Esta edición del Observatorio, encuentro profesional del (S8), reúne bajo el título Nuevos medios, nueva crítica, a cuatro ejemplares practicantes del oficio: Jordi Costa, Covadonga G. Lahera, Ricardo Adalia y Miguel Blanco Hortas, a quienes hoy sometemos a cuestionario para dilucidar en qué consiste, a día de hoy, ser crítico de cine.
Esta edición del Observatorio, encuentro profesional del (S8), reúne bajo el título Nuevos medios, nueva crítica, a cuatro ejemplares practicantes del oficio: Jordi Costa, Covadonga G. Lahera, Ricardo Adalia y Miguel Blanco Hortas, a quienes hoy sometemos a cuestionario para dilucidar en qué consiste, a día de hoy, ser crítico de cine.
¿Para qué sirve un crítico de cine?
Jordi Costa: Para poco realmente importante: es decir, no sirve ni para descubrir la cura del cáncer, ni para aliviar el hambre o el dolor en el mundo, ni siquiera para descubrirnos el sentido del Universo. Sirve para lo mismo que sirve, de hecho, todo crítico cultural: para levantar acta, inmediata y provisional, del estado de la cuestión en una determinada disciplina artística. El crítico de cine sólo aporta una mirada -subjetiva y, en el mejor de los casos, enriquecedora y fértil- del estado de salud del medio en un momento dado: cuanto mayor curiosidad tenga por lo nuevo, mayor bagaje y mayor capacidad para discriminar el falso movimiento o la falsa innovación de los progresos más o menos relevantes, menor riesgo correrá de avergonzarse de sus juicios cuando revise, dentro de unos años, lo que ha escrito.
Covadonga G. Lahera: Me gusta pensar en la figura del crítico como una especie de guía que nos estimula para aproximarnos obras que no conocíamos o para descubrírnoslas de otra manera y que, simultáneamente, nos aporta valores añadidos en relación a ellas, dada su mayor formación y experiencia como espectador reflexivo por naturaleza. Es un mediador, un barquero o “pasador” (que decía Serge Daney) entre una obra y/o un autor, género o tema de índole cinematográfica y el lector/espectador. Es importante que nos amplíe los horizontes no solo situándonos en la cartelera comercial (que también), sino descubriéndonos otro cine menos accesible También me parece importante que contribuya a que el lector desarrolle una capacidad crítica propia y si es disfrutando del modo en cómo escribe, mejor que mejor, ya que también es un escritor. Luego ya cada uno tendrá sus propias preferencias y afinidades.
Ricardo Adalia: Para construir relaciones con las películas. Habitualmente el crítico toma las películas como si fueran un objeto de consumo más. Escribe sobre ellas desde cierta distancia, ocultando cómo ha vivido la experiencia del cine. Lo útil de la crítica reside en dejar disponible esa relación para que pueda asociarse con la de un espectador cualquiera a lo largo del tiempo. Todavía hoy acudimos a los textos fundacionales de los Cahiers porque en ellos ha quedado plasmada la forma en que se ha vivido cierta película, y no cómo debería consumirse.
Miguel Blanco Hortas: En una situación tan dramática como la actual, donde la excepción cultural está en peligro por culpa de las medidas neoliberales de los gobiernos europeos y la mayoría de los festivales de cine prefieren venderse al mercado y a las alfombras rojas antes que ejercer su labor como agentes culturales, el crítico es la única figura que puede defender un cine que desgraciadamente no compite en igualdad de condiciones con las grandes producciones de Hollywood y alrededores. Vivimos en un mundo donde el cine experimental está herido de muerte y el crítico, como divulgador, es uno de los pocos con posibilidades de darle vida. Habría que superar la noción de crítico como aquel que hace reseñas de los estrenos semanales, de los estrenos mensuales, porque en la actualidad, gracias a los medios de internet, cientos de miles de internautas pueden hacer esa tarea. Es el crítico de cine, el que trabaja para ver películas, el que tiene que salir a la búsqueda de todas aquellas películas que no están a disposición de cualquiera. Hacer un trabajo de investigación sobre el mundo del cine y sobrepasar las barreras del mercado. Hacer visibles miles de obras maestras que son censuradas por un sistema que no acepta lo diferente. Un crítico no debe señalar únicamente qué películas son buenas y cuáles son malas, sino explicar cómo se construyen las películas y de qué distintas maneras se ha hecho el cine durante toda su historia.
¿Existe realmente una nueva crítica?
J.C.: Existe en la medida en que el cine está viviendo una intensa crisis de sus tradicionales señas de identidad: el lenguaje se mueve, también sus formas de difusión, consumo y análisis. En realidad, no sé si existe una NUEVA crítica: simplemente, toda buena crítica no puede permitirse el lujo de ser vieja. Tampoco puede permitirse ser desmemoriada.
C.G.L.: En mi opinión sí hay una serie de elementos novedosos gracias a los avances tecnológicos y las dinámicas de intercambio que Internet ha posibilitado en la última década, lo que no significa descubrir la pólvora ni nacer desde cero ni mucho menos. Por ejemplo, la facilidad para acceder y manejar determinados programas de edición de vídeo e imagen ha permitido que en publicaciones como la que coedito, Transit: Cine y otros desvíos, experimentemos con otros modos de reflexión sobre el cine que incluyen imágenes y sonidos de las propias películas. Seguramente es una vía bastante en pañales aún, pero secciones como Exposed Cinema, donde nosotros planteamos videoensayos con material procedente de los mismos films, abren un prometedor camino para poder seguir construyendo un discurso crítico y/o analítico directo que en muchas ocasiones se adentra también en una dimensión creativa.
R.A.: Sí. Y siempre existirá mientras haya alguien que sienta la necesidad de introducir una novedad en un mundo tan cerrado como el de la escritura del cine, sometido a unos códigos tan férreos. Y no me refiero solamente a la escritura con imágenes, que es lo más vistoso. Ahí tenemos, por ejemplo, a Transit o Cineuá. Medios donde se experimenta con el lenguaje con el que nos relacionamos con las películas.
M.B.H.: Es una pregunta difícil. Creo que a la crítica le pasa un poco lo mismo que al cine. Se habla mucho de lo digital, pero hasta ahora y con honrosas excepciones, no deja de ser una manera de decir lo mismo con otro tipo de herramientas. Hay mucha gente que se dedica a los remontajes de videos, a los collages fotográficos, pero al final las ideas sobre cine creo que son reciclajes de otras ideas que ya se expresaban en papel. Es decir, creo que la nueva crítica solo ha trasladado viejos postulados a un nuevo continente, les ha dado una nueva forma, pero esta forma, de momento, no ha cambiado la manera en la que pensamos el cine.
¿Debería ser así? Puede que no. Es difícil de decir. Para mi la crítica es un género literario, no veo un problema en eso ni necesidad de evolucionar en ese campo. Se trata, al fin y al cabo de mostrar algo que existe en una película y que puede que no sea visible para todo el mundo. Y señalar por qué eso es valioso, por qué es emocionante. Para mi esa es la función de la crítica. Evidentemente, gracias a internet, ahora podemos poner esa secuencia o hacer un montaje de planos. Pero creo que se pierde algo. Yo prefiero leer la descripción escrita que hace alguien de esa escena, me gusta ver cómo sus palabras pueden transformar ligeramente una escena. Que sea un filtro entre lo que es la película y lo que ve el crítico. Eso es una ventaja que la escritura siempre tendrá sobre otras formas de hacer crítica.
Creo que la nueva crítica, como concepto, será algo que suceda en el futuro si hacemos bien las cosas. Si los críticos de la actual generación conseguimos terminar con los dogmas del mercado. Con el panteón sagrado que nos ha impuesto la literatura cinematográfica tradicional. La situación ideal es que el cinéfilo del futuro no comience a ver cine pensando que sólo existen Kubrick, Scorsese, Tarantino o Kurosawa, sino que también tenemos a Kiarostami, Naruse, Brakhage, Nekes y tantos otros. Un cinéfilo que nazca en ese espacio de libertad, que no crezca con una educación cinematográfica tan dirigida hacia una determinada forma de ver el cine, podrá ser capaz de crear una nueva crítica.
¿Cómo crees que ha influido internet en la crítica de cine (tanto en las formas de hacerla como en el hecho de escribir autónomamente sin necesidad de esperar a “ser publicado”?
J.C.: Lo que ha permitido internet es la democratización de las herramientas de la crítica: eso, por un lado, ha facilitado cierto relevo generacional de miradas que es positivo dentro de un gremio que durante años ha sido muy poco permeable. Por supuesto, esa democratización no conlleva, necesariamente, un cambio de método o de sensibilidad: mucha crítica internáutica se limita a reproducir lo peor o las inercias menos interesantes de cierta crítica profesional, pero la excepción y la posibilidad de nuevos códigos también se ha manifestado. Lo más singular ha sido la posibilidad de crear nuevas redes de complicidad: el modelo de nueva cinefilia que, por ejemplo, propuso un trabajo como Mutaciones del cine contemporáneo es un buen ejemplo de la sincronía entre nuevas herramientas de comunicación y el surgimiento de nuevas sensibilidades y miradas.
C.G.L.: Ha influido en varios niveles. Los conceptos periodísticos tradicionales se diluyen, pues los límites espaciotemporales son más relativos. Entre comillas, el espacio es infinito (por ejemplo, el límite de caracteres es más flexible que en la prensa escrita) y el tiempo puede ser ya y por siempre (si uno así lo decide), aunque esta libertad, por supuesto, es deseable que se organice. Tampoco había habido nunca tantas publicaciones que abordaran el cine de manera tan diversa y nunca habíamos contado con un archivo tan vasto de películas al que poder acceder con solo un click. Simultáneamente Internet y las redes sociales han dinamitado las barreras geográficas y la comunidad que nos forma como medio o el público al que podemos llegar tiene un carácter más internacional. Creo que también se está apostando mucho por una crítica creativa, que integra directamente la experiencia particular del crítico como voz en el texto (aunque esto no es nada nuevo, sí es más numeroso) y, por supuesto, lo que ya comentaba antes, los nuevos caminos que exploramos mediante el videoensayo crítico.
R.A.: Su influencia ha sido decisiva. Sobre todo para una generación de jóvenes que no hubiéramos podido encontrar una visibilidad de otra manera: o no nos hubieran conocido nunca, o comenzaríamos a publicar regularmente cuando ya hubiéramos perdido toda nuestra “fuerza de juventud”. Por otra parte, tampoco hubiéramos encontrado las herramientas con las que desarrollar nuestro trabajo. Y no pienso únicamente en los soportes tipo “blog” en los que publicamos y que ofrecen la suficiente versatilidad para la experimentación. También pienso en los programas p2p y de intercambio de archivos con los que podemos conseguir casi cualquier película y trabajar con compañeros como si estuviéramos en la misma habitación.
M.B.H.: Internet ha democratizado el cine. Antes de su llegada, casi cualquier persona que viviese en un pueblo o en una ciudad pequeña estaba condenado a acceder únicamente a un determinado tipo de películas. Ahora, bien sea gracias a las tiendas online y a las plataformas video-on-demand o bien sea gracias a programas de descargas, cualquier cinéfilo puede construir su propia historia del cine. Esto da posibilidades infinitas. Desde su casa, un cinéfilo puede verse una gran cantidad de películas de Bollywood, de Corea, de República Checa o de Senegal. Esto hace que nuestro principal proveedor de cine ya no sea Estados Unidos, aunque desgraciadamente sigue siendo así, y lo que más se descarga y compra por internet es cine americano (y con esto regreso a la responsabilidad del crítico que señalaba en mi primera respuesta).
Pero también ofrece internet la posibilidad de concentrarnos en una sola pelicula. De poder ver una y otra vez el mismo plano, fijarse atentamente en su composición. Entender el montaje yendo hacia adelante y hacia atrás. Describir pormenorizadamente cada película, desentrañar sus misterios. Esto jamás se ha podido realizar, ya que el VHS era un formato muy deficiente. Ahora, con herramientas de edición, puedes remontar las películas, extraer aquellas partes que te interesan, realizar capturas. El crítico ya no tiene que escribir de memoria, ya no tiene que interpretar o hablar levemente sobre el film. Puede adentrarse en él y explicarlo plano a plano al espectador. Desgraciadamente, en España esto apenas se hace, y tendemos a seguir realizando críticas donde únicamente escribimos sobre sensaciones, interpretaciones y temas básicos que trata el film. Sin embargo, internet y las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades únicas.
La promoción y visibilidad de internet también son importantes para la crítica, pero tengo la sensación que en lugar de ofrecer diversidad, la crítica de internet ofrece acumulación. Hay demasiadas páginas de estrenos donde se habla de las películas que habla todo el mundo (la obsesión por el número de visitas). Lo lógico es que cada crítico y cada medio intentasen buscar su espacio. Preguntarnos qué nos gusta realmente y apostar por ello, en lugar de perdernos en la masificación. Hay una idea establecida que consiste en decir que el crítico debe saber de todo (como recomendador de películas). Yo más bien creo que el crítico debería saber de dos o tres cosas, pero saberlas bien. Con internet, el lector puede acceder a todo tipo de contenidos. Hay decenas de blogs que hacen un trabajo muy bueno, así que no necesitamos saber la opinión de cada crítico sobre todas las películas, sino que cuando queremos ver una película, saber a qué crítico consultar, porque lo consideramos un especialista sobre el tema. Cuando Scorsese estrena una película, todas las webs quieren tener su crítica. Pero si tenemos interés es ver una película de Andrew Noren, de Peter Kubelka, de Idrissa Ouedraogo o de Garin Nugroho seguramente sólo encontraremos uno o dos textos. Por eso creo que internet todavía no ha cambiado el mundo de la crítica todo lo que debería.
Esta edición del Observatorio, encuentro profesional del (S8), reúne bajo el título Nuevos medios, nueva crítica, a cuatro ejemplares practicantes del oficio: Jordi Costa, Covadonga G. Lahera, Ricardo Adalia y Miguel Blanco Hortas, a quienes hoy sometemos a cuestionario para dilucidar en qué consiste, a día de hoy, ser crítico de cine.
¿Para qué sirve un crítico de cine?
Jordi Costa: Para poco realmente importante: es decir, no sirve ni para descubrir la cura del cáncer, ni para aliviar el hambre o el dolor en el mundo, ni siquiera para descubrirnos el sentido del Universo. Sirve para lo mismo que sirve, de hecho, todo crítico cultural: para levantar acta, inmediata y provisional, del estado de la cuestión en una determinada disciplina artística. El crítico de cine sólo aporta una mirada -subjetiva y, en el mejor de los casos, enriquecedora y fértil- del estado de salud del medio en un momento dado: cuanto mayor curiosidad tenga por lo nuevo, mayor bagaje y mayor capacidad para discriminar el falso movimiento o la falsa innovación de los progresos más o menos relevantes, menor riesgo correrá de avergonzarse de sus juicios cuando revise, dentro de unos años, lo que ha escrito.
Covadonga G. Lahera: Me gusta pensar en la figura del crítico como una especie de guía que nos estimula para aproximarnos obras que no conocíamos o para descubrírnoslas de otra manera y que, simultáneamente, nos aporta valores añadidos en relación a ellas, dada su mayor formación y experiencia como espectador reflexivo por naturaleza. Es un mediador, un barquero o “pasador” (que decía Serge Daney) entre una obra y/o un autor, género o tema de índole cinematográfica y el lector/espectador. Es importante que nos amplíe los horizontes no solo situándonos en la cartelera comercial (que también), sino descubriéndonos otro cine menos accesible También me parece importante que contribuya a que el lector desarrolle una capacidad crítica propia y si es disfrutando del modo en cómo escribe, mejor que mejor, ya que también es un escritor. Luego ya cada uno tendrá sus propias preferencias y afinidades.
Ricardo Adalia: Para construir relaciones con las películas. Habitualmente el crítico toma las películas como si fueran un objeto de consumo más. Escribe sobre ellas desde cierta distancia, ocultando cómo ha vivido la experiencia del cine. Lo útil de la crítica reside en dejar disponible esa relación para que pueda asociarse con la de un espectador cualquiera a lo largo del tiempo. Todavía hoy acudimos a los textos fundacionales de los Cahiers porque en ellos ha quedado plasmada la forma en que se ha vivido cierta película, y no cómo debería consumirse.
Miguel Blanco Hortas: En una situación tan dramática como la actual, donde la excepción cultural está en peligro por culpa de las medidas neoliberales de los gobiernos europeos y la mayoría de los festivales de cine prefieren venderse al mercado y a las alfombras rojas antes que ejercer su labor como agentes culturales, el crítico es la única figura que puede defender un cine que desgraciadamente no compite en igualdad de condiciones con las grandes producciones de Hollywood y alrededores. Vivimos en un mundo donde el cine experimental está herido de muerte y el crítico, como divulgador, es uno de los pocos con posibilidades de darle vida. Habría que superar la noción de crítico como aquel que hace reseñas de los estrenos semanales, de los estrenos mensuales, porque en la actualidad, gracias a los medios de internet, cientos de miles de internautas pueden hacer esa tarea. Es el crítico de cine, el que trabaja para ver películas, el que tiene que salir a la búsqueda de todas aquellas películas que no están a disposición de cualquiera. Hacer un trabajo de investigación sobre el mundo del cine y sobrepasar las barreras del mercado. Hacer visibles miles de obras maestras que son censuradas por un sistema que no acepta lo diferente. Un crítico no debe señalar únicamente qué películas son buenas y cuáles son malas, sino explicar cómo se construyen las películas y de qué distintas maneras se ha hecho el cine durante toda su historia.
¿Existe realmente una nueva crítica?
J.C.: Existe en la medida en que el cine está viviendo una intensa crisis de sus tradicionales señas de identidad: el lenguaje se mueve, también sus formas de difusión, consumo y análisis. En realidad, no sé si existe una NUEVA crítica: simplemente, toda buena crítica no puede permitirse el lujo de ser vieja. Tampoco puede permitirse ser desmemoriada.
C.G.L.: En mi opinión sí hay una serie de elementos novedosos gracias a los avances tecnológicos y las dinámicas de intercambio que Internet ha posibilitado en la última década, lo que no significa descubrir la pólvora ni nacer desde cero ni mucho menos. Por ejemplo, la facilidad para acceder y manejar determinados programas de edición de vídeo e imagen ha permitido que en publicaciones como la que coedito, Transit: Cine y otros desvíos, experimentemos con otros modos de reflexión sobre el cine que incluyen imágenes y sonidos de las propias películas. Seguramente es una vía bastante en pañales aún, pero secciones como Exposed Cinema, donde nosotros planteamos videoensayos con material procedente de los mismos films, abren un prometedor camino para poder seguir construyendo un discurso crítico y/o analítico directo que en muchas ocasiones se adentra también en una dimensión creativa.
R.A.: Sí. Y siempre existirá mientras haya alguien que sienta la necesidad de introducir una novedad en un mundo tan cerrado como el de la escritura del cine, sometido a unos códigos tan férreos. Y no me refiero solamente a la escritura con imágenes, que es lo más vistoso. Ahí tenemos, por ejemplo, a Transit o Cineuá. Medios donde se experimenta con el lenguaje con el que nos relacionamos con las películas.
M.B.H.: Es una pregunta difícil. Creo que a la crítica le pasa un poco lo mismo que al cine. Se habla mucho de lo digital, pero hasta ahora y con honrosas excepciones, no deja de ser una manera de decir lo mismo con otro tipo de herramientas. Hay mucha gente que se dedica a los remontajes de videos, a los collages fotográficos, pero al final las ideas sobre cine creo que son reciclajes de otras ideas que ya se expresaban en papel. Es decir, creo que la nueva crítica solo ha trasladado viejos postulados a un nuevo continente, les ha dado una nueva forma, pero esta forma, de momento, no ha cambiado la manera en la que pensamos el cine.
¿Debería ser así? Puede que no. Es difícil de decir. Para mi la crítica es un género literario, no veo un problema en eso ni necesidad de evolucionar en ese campo. Se trata, al fin y al cabo de mostrar algo que existe en una película y que puede que no sea visible para todo el mundo. Y señalar por qué eso es valioso, por qué es emocionante. Para mi esa es la función de la crítica. Evidentemente, gracias a internet, ahora podemos poner esa secuencia o hacer un montaje de planos. Pero creo que se pierde algo. Yo prefiero leer la descripción escrita que hace alguien de esa escena, me gusta ver cómo sus palabras pueden transformar ligeramente una escena. Que sea un filtro entre lo que es la película y lo que ve el crítico. Eso es una ventaja que la escritura siempre tendrá sobre otras formas de hacer crítica.
Creo que la nueva crítica, como concepto, será algo que suceda en el futuro si hacemos bien las cosas. Si los críticos de la actual generación conseguimos terminar con los dogmas del mercado. Con el panteón sagrado que nos ha impuesto la literatura cinematográfica tradicional. La situación ideal es que el cinéfilo del futuro no comience a ver cine pensando que sólo existen Kubrick, Scorsese, Tarantino o Kurosawa, sino que también tenemos a Kiarostami, Naruse, Brakhage, Nekes y tantos otros. Un cinéfilo que nazca en ese espacio de libertad, que no crezca con una educación cinematográfica tan dirigida hacia una determinada forma de ver el cine, podrá ser capaz de crear una nueva crítica.
¿Cómo crees que ha influido internet en la crítica de cine (tanto en las formas de hacerla como en el hecho de escribir autónomamente sin necesidad de esperar a “ser publicado”?
J.C.: Lo que ha permitido internet es la democratización de las herramientas de la crítica: eso, por un lado, ha facilitado cierto relevo generacional de miradas que es positivo dentro de un gremio que durante años ha sido muy poco permeable. Por supuesto, esa democratización no conlleva, necesariamente, un cambio de método o de sensibilidad: mucha crítica internáutica se limita a reproducir lo peor o las inercias menos interesantes de cierta crítica profesional, pero la excepción y la posibilidad de nuevos códigos también se ha manifestado. Lo más singular ha sido la posibilidad de crear nuevas redes de complicidad: el modelo de nueva cinefilia que, por ejemplo, propuso un trabajo como Mutaciones del cine contemporáneo es un buen ejemplo de la sincronía entre nuevas herramientas de comunicación y el surgimiento de nuevas sensibilidades y miradas.
C.G.L.: Ha influido en varios niveles. Los conceptos periodísticos tradicionales se diluyen, pues los límites espaciotemporales son más relativos. Entre comillas, el espacio es infinito (por ejemplo, el límite de caracteres es más flexible que en la prensa escrita) y el tiempo puede ser ya y por siempre (si uno así lo decide), aunque esta libertad, por supuesto, es deseable que se organice. Tampoco había habido nunca tantas publicaciones que abordaran el cine de manera tan diversa y nunca habíamos contado con un archivo tan vasto de películas al que poder acceder con solo un click. Simultáneamente Internet y las redes sociales han dinamitado las barreras geográficas y la comunidad que nos forma como medio o el público al que podemos llegar tiene un carácter más internacional. Creo que también se está apostando mucho por una crítica creativa, que integra directamente la experiencia particular del crítico como voz en el texto (aunque esto no es nada nuevo, sí es más numeroso) y, por supuesto, lo que ya comentaba antes, los nuevos caminos que exploramos mediante el videoensayo crítico.
R.A.: Su influencia ha sido decisiva. Sobre todo para una generación de jóvenes que no hubiéramos podido encontrar una visibilidad de otra manera: o no nos hubieran conocido nunca, o comenzaríamos a publicar regularmente cuando ya hubiéramos perdido toda nuestra “fuerza de juventud”. Por otra parte, tampoco hubiéramos encontrado las herramientas con las que desarrollar nuestro trabajo. Y no pienso únicamente en los soportes tipo “blog” en los que publicamos y que ofrecen la suficiente versatilidad para la experimentación. También pienso en los programas p2p y de intercambio de archivos con los que podemos conseguir casi cualquier película y trabajar con compañeros como si estuviéramos en la misma habitación.
M.B.H.: Internet ha democratizado el cine. Antes de su llegada, casi cualquier persona que viviese en un pueblo o en una ciudad pequeña estaba condenado a acceder únicamente a un determinado tipo de películas. Ahora, bien sea gracias a las tiendas online y a las plataformas video-on-demand o bien sea gracias a programas de descargas, cualquier cinéfilo puede construir su propia historia del cine. Esto da posibilidades infinitas. Desde su casa, un cinéfilo puede verse una gran cantidad de películas de Bollywood, de Corea, de República Checa o de Senegal. Esto hace que nuestro principal proveedor de cine ya no sea Estados Unidos, aunque desgraciadamente sigue siendo así, y lo que más se descarga y compra por internet es cine americano (y con esto regreso a la responsabilidad del crítico que señalaba en mi primera respuesta).
Pero también ofrece internet la posibilidad de concentrarnos en una sola pelicula. De poder ver una y otra vez el mismo plano, fijarse atentamente en su composición. Entender el montaje yendo hacia adelante y hacia atrás. Describir pormenorizadamente cada película, desentrañar sus misterios. Esto jamás se ha podido realizar, ya que el VHS era un formato muy deficiente. Ahora, con herramientas de edición, puedes remontar las películas, extraer aquellas partes que te interesan, realizar capturas. El crítico ya no tiene que escribir de memoria, ya no tiene que interpretar o hablar levemente sobre el film. Puede adentrarse en él y explicarlo plano a plano al espectador. Desgraciadamente, en España esto apenas se hace, y tendemos a seguir realizando críticas donde únicamente escribimos sobre sensaciones, interpretaciones y temas básicos que trata el film. Sin embargo, internet y las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades únicas.
La promoción y visibilidad de internet también son importantes para la crítica, pero tengo la sensación que en lugar de ofrecer diversidad, la crítica de internet ofrece acumulación. Hay demasiadas páginas de estrenos donde se habla de las películas que habla todo el mundo (la obsesión por el número de visitas). Lo lógico es que cada crítico y cada medio intentasen buscar su espacio. Preguntarnos qué nos gusta realmente y apostar por ello, en lugar de perdernos en la masificación. Hay una idea establecida que consiste en decir que el crítico debe saber de todo (como recomendador de películas). Yo más bien creo que el crítico debería saber de dos o tres cosas, pero saberlas bien. Con internet, el lector puede acceder a todo tipo de contenidos. Hay decenas de blogs que hacen un trabajo muy bueno, así que no necesitamos saber la opinión de cada crítico sobre todas las películas, sino que cuando queremos ver una película, saber a qué crítico consultar, porque lo consideramos un especialista sobre el tema. Cuando Scorsese estrena una película, todas las webs quieren tener su crítica. Pero si tenemos interés es ver una película de Andrew Noren, de Peter Kubelka, de Idrissa Ouedraogo o de Garin Nugroho seguramente sólo encontraremos uno o dos textos. Por eso creo que internet todavía no ha cambiado el mundo de la crítica todo lo que debería.
¿Para qué sirve un crítico de cine?
Jordi Costa: Para poco realmente importante: es decir, no sirve ni para descubrir la cura del cáncer, ni para aliviar el hambre o el dolor en el mundo, ni siquiera para descubrirnos el sentido del Universo. Sirve para lo mismo que sirve, de hecho, todo crítico cultural: para levantar acta, inmediata y provisional, del estado de la cuestión en una determinada disciplina artística. El crítico de cine sólo aporta una mirada -subjetiva y, en el mejor de los casos, enriquecedora y fértil- del estado de salud del medio en un momento dado: cuanto mayor curiosidad tenga por lo nuevo, mayor bagaje y mayor capacidad para discriminar el falso movimiento o la falsa innovación de los progresos más o menos relevantes, menor riesgo correrá de avergonzarse de sus juicios cuando revise, dentro de unos años, lo que ha escrito.
Covadonga G. Lahera: Me gusta pensar en la figura del crítico como una especie de guía que nos estimula para aproximarnos obras que no conocíamos o para descubrírnoslas de otra manera y que, simultáneamente, nos aporta valores añadidos en relación a ellas, dada su mayor formación y experiencia como espectador reflexivo por naturaleza. Es un mediador, un barquero o “pasador” (que decía Serge Daney) entre una obra y/o un autor, género o tema de índole cinematográfica y el lector/espectador. Es importante que nos amplíe los horizontes no solo situándonos en la cartelera comercial (que también), sino descubriéndonos otro cine menos accesible También me parece importante que contribuya a que el lector desarrolle una capacidad crítica propia y si es disfrutando del modo en cómo escribe, mejor que mejor, ya que también es un escritor. Luego ya cada uno tendrá sus propias preferencias y afinidades.
Ricardo Adalia: Para construir relaciones con las películas. Habitualmente el crítico toma las películas como si fueran un objeto de consumo más. Escribe sobre ellas desde cierta distancia, ocultando cómo ha vivido la experiencia del cine. Lo útil de la crítica reside en dejar disponible esa relación para que pueda asociarse con la de un espectador cualquiera a lo largo del tiempo. Todavía hoy acudimos a los textos fundacionales de los Cahiers porque en ellos ha quedado plasmada la forma en que se ha vivido cierta película, y no cómo debería consumirse.
Miguel Blanco Hortas: En una situación tan dramática como la actual, donde la excepción cultural está en peligro por culpa de las medidas neoliberales de los gobiernos europeos y la mayoría de los festivales de cine prefieren venderse al mercado y a las alfombras rojas antes que ejercer su labor como agentes culturales, el crítico es la única figura que puede defender un cine que desgraciadamente no compite en igualdad de condiciones con las grandes producciones de Hollywood y alrededores. Vivimos en un mundo donde el cine experimental está herido de muerte y el crítico, como divulgador, es uno de los pocos con posibilidades de darle vida. Habría que superar la noción de crítico como aquel que hace reseñas de los estrenos semanales, de los estrenos mensuales, porque en la actualidad, gracias a los medios de internet, cientos de miles de internautas pueden hacer esa tarea. Es el crítico de cine, el que trabaja para ver películas, el que tiene que salir a la búsqueda de todas aquellas películas que no están a disposición de cualquiera. Hacer un trabajo de investigación sobre el mundo del cine y sobrepasar las barreras del mercado. Hacer visibles miles de obras maestras que son censuradas por un sistema que no acepta lo diferente. Un crítico no debe señalar únicamente qué películas son buenas y cuáles son malas, sino explicar cómo se construyen las películas y de qué distintas maneras se ha hecho el cine durante toda su historia.
¿Existe realmente una nueva crítica?
J.C.: Existe en la medida en que el cine está viviendo una intensa crisis de sus tradicionales señas de identidad: el lenguaje se mueve, también sus formas de difusión, consumo y análisis. En realidad, no sé si existe una NUEVA crítica: simplemente, toda buena crítica no puede permitirse el lujo de ser vieja. Tampoco puede permitirse ser desmemoriada.
C.G.L.: En mi opinión sí hay una serie de elementos novedosos gracias a los avances tecnológicos y las dinámicas de intercambio que Internet ha posibilitado en la última década, lo que no significa descubrir la pólvora ni nacer desde cero ni mucho menos. Por ejemplo, la facilidad para acceder y manejar determinados programas de edición de vídeo e imagen ha permitido que en publicaciones como la que coedito, Transit: Cine y otros desvíos, experimentemos con otros modos de reflexión sobre el cine que incluyen imágenes y sonidos de las propias películas. Seguramente es una vía bastante en pañales aún, pero secciones como Exposed Cinema, donde nosotros planteamos videoensayos con material procedente de los mismos films, abren un prometedor camino para poder seguir construyendo un discurso crítico y/o analítico directo que en muchas ocasiones se adentra también en una dimensión creativa.
R.A.: Sí. Y siempre existirá mientras haya alguien que sienta la necesidad de introducir una novedad en un mundo tan cerrado como el de la escritura del cine, sometido a unos códigos tan férreos. Y no me refiero solamente a la escritura con imágenes, que es lo más vistoso. Ahí tenemos, por ejemplo, a Transit o Cineuá. Medios donde se experimenta con el lenguaje con el que nos relacionamos con las películas.
M.B.H.: Es una pregunta difícil. Creo que a la crítica le pasa un poco lo mismo que al cine. Se habla mucho de lo digital, pero hasta ahora y con honrosas excepciones, no deja de ser una manera de decir lo mismo con otro tipo de herramientas. Hay mucha gente que se dedica a los remontajes de videos, a los collages fotográficos, pero al final las ideas sobre cine creo que son reciclajes de otras ideas que ya se expresaban en papel. Es decir, creo que la nueva crítica solo ha trasladado viejos postulados a un nuevo continente, les ha dado una nueva forma, pero esta forma, de momento, no ha cambiado la manera en la que pensamos el cine.
¿Debería ser así? Puede que no. Es difícil de decir. Para mi la crítica es un género literario, no veo un problema en eso ni necesidad de evolucionar en ese campo. Se trata, al fin y al cabo de mostrar algo que existe en una película y que puede que no sea visible para todo el mundo. Y señalar por qué eso es valioso, por qué es emocionante. Para mi esa es la función de la crítica. Evidentemente, gracias a internet, ahora podemos poner esa secuencia o hacer un montaje de planos. Pero creo que se pierde algo. Yo prefiero leer la descripción escrita que hace alguien de esa escena, me gusta ver cómo sus palabras pueden transformar ligeramente una escena. Que sea un filtro entre lo que es la película y lo que ve el crítico. Eso es una ventaja que la escritura siempre tendrá sobre otras formas de hacer crítica.
Creo que la nueva crítica, como concepto, será algo que suceda en el futuro si hacemos bien las cosas. Si los críticos de la actual generación conseguimos terminar con los dogmas del mercado. Con el panteón sagrado que nos ha impuesto la literatura cinematográfica tradicional. La situación ideal es que el cinéfilo del futuro no comience a ver cine pensando que sólo existen Kubrick, Scorsese, Tarantino o Kurosawa, sino que también tenemos a Kiarostami, Naruse, Brakhage, Nekes y tantos otros. Un cinéfilo que nazca en ese espacio de libertad, que no crezca con una educación cinematográfica tan dirigida hacia una determinada forma de ver el cine, podrá ser capaz de crear una nueva crítica.
¿Cómo crees que ha influido internet en la crítica de cine (tanto en las formas de hacerla como en el hecho de escribir autónomamente sin necesidad de esperar a “ser publicado”?
J.C.: Lo que ha permitido internet es la democratización de las herramientas de la crítica: eso, por un lado, ha facilitado cierto relevo generacional de miradas que es positivo dentro de un gremio que durante años ha sido muy poco permeable. Por supuesto, esa democratización no conlleva, necesariamente, un cambio de método o de sensibilidad: mucha crítica internáutica se limita a reproducir lo peor o las inercias menos interesantes de cierta crítica profesional, pero la excepción y la posibilidad de nuevos códigos también se ha manifestado. Lo más singular ha sido la posibilidad de crear nuevas redes de complicidad: el modelo de nueva cinefilia que, por ejemplo, propuso un trabajo como Mutaciones del cine contemporáneo es un buen ejemplo de la sincronía entre nuevas herramientas de comunicación y el surgimiento de nuevas sensibilidades y miradas.
C.G.L.: Ha influido en varios niveles. Los conceptos periodísticos tradicionales se diluyen, pues los límites espaciotemporales son más relativos. Entre comillas, el espacio es infinito (por ejemplo, el límite de caracteres es más flexible que en la prensa escrita) y el tiempo puede ser ya y por siempre (si uno así lo decide), aunque esta libertad, por supuesto, es deseable que se organice. Tampoco había habido nunca tantas publicaciones que abordaran el cine de manera tan diversa y nunca habíamos contado con un archivo tan vasto de películas al que poder acceder con solo un click. Simultáneamente Internet y las redes sociales han dinamitado las barreras geográficas y la comunidad que nos forma como medio o el público al que podemos llegar tiene un carácter más internacional. Creo que también se está apostando mucho por una crítica creativa, que integra directamente la experiencia particular del crítico como voz en el texto (aunque esto no es nada nuevo, sí es más numeroso) y, por supuesto, lo que ya comentaba antes, los nuevos caminos que exploramos mediante el videoensayo crítico.
R.A.: Su influencia ha sido decisiva. Sobre todo para una generación de jóvenes que no hubiéramos podido encontrar una visibilidad de otra manera: o no nos hubieran conocido nunca, o comenzaríamos a publicar regularmente cuando ya hubiéramos perdido toda nuestra “fuerza de juventud”. Por otra parte, tampoco hubiéramos encontrado las herramientas con las que desarrollar nuestro trabajo. Y no pienso únicamente en los soportes tipo “blog” en los que publicamos y que ofrecen la suficiente versatilidad para la experimentación. También pienso en los programas p2p y de intercambio de archivos con los que podemos conseguir casi cualquier película y trabajar con compañeros como si estuviéramos en la misma habitación.
M.B.H.: Internet ha democratizado el cine. Antes de su llegada, casi cualquier persona que viviese en un pueblo o en una ciudad pequeña estaba condenado a acceder únicamente a un determinado tipo de películas. Ahora, bien sea gracias a las tiendas online y a las plataformas video-on-demand o bien sea gracias a programas de descargas, cualquier cinéfilo puede construir su propia historia del cine. Esto da posibilidades infinitas. Desde su casa, un cinéfilo puede verse una gran cantidad de películas de Bollywood, de Corea, de República Checa o de Senegal. Esto hace que nuestro principal proveedor de cine ya no sea Estados Unidos, aunque desgraciadamente sigue siendo así, y lo que más se descarga y compra por internet es cine americano (y con esto regreso a la responsabilidad del crítico que señalaba en mi primera respuesta).
Pero también ofrece internet la posibilidad de concentrarnos en una sola pelicula. De poder ver una y otra vez el mismo plano, fijarse atentamente en su composición. Entender el montaje yendo hacia adelante y hacia atrás. Describir pormenorizadamente cada película, desentrañar sus misterios. Esto jamás se ha podido realizar, ya que el VHS era un formato muy deficiente. Ahora, con herramientas de edición, puedes remontar las películas, extraer aquellas partes que te interesan, realizar capturas. El crítico ya no tiene que escribir de memoria, ya no tiene que interpretar o hablar levemente sobre el film. Puede adentrarse en él y explicarlo plano a plano al espectador. Desgraciadamente, en España esto apenas se hace, y tendemos a seguir realizando críticas donde únicamente escribimos sobre sensaciones, interpretaciones y temas básicos que trata el film. Sin embargo, internet y las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades únicas.
La promoción y visibilidad de internet también son importantes para la crítica, pero tengo la sensación que en lugar de ofrecer diversidad, la crítica de internet ofrece acumulación. Hay demasiadas páginas de estrenos donde se habla de las películas que habla todo el mundo (la obsesión por el número de visitas). Lo lógico es que cada crítico y cada medio intentasen buscar su espacio. Preguntarnos qué nos gusta realmente y apostar por ello, en lugar de perdernos en la masificación. Hay una idea establecida que consiste en decir que el crítico debe saber de todo (como recomendador de películas). Yo más bien creo que el crítico debería saber de dos o tres cosas, pero saberlas bien. Con internet, el lector puede acceder a todo tipo de contenidos. Hay decenas de blogs que hacen un trabajo muy bueno, así que no necesitamos saber la opinión de cada crítico sobre todas las películas, sino que cuando queremos ver una película, saber a qué crítico consultar, porque lo consideramos un especialista sobre el tema. Cuando Scorsese estrena una película, todas las webs quieren tener su crítica. Pero si tenemos interés es ver una película de Andrew Noren, de Peter Kubelka, de Idrissa Ouedraogo o de Garin Nugroho seguramente sólo encontraremos uno o dos textos. Por eso creo que internet todavía no ha cambiado el mundo de la crítica todo lo que debería.