Hablamos con la fotógrafa María Meseguer de su exposició y libro, 9/10 (S8), el particular recorrido de su mirada por la historia del festival.
La primera (segunda edición)
Empecé porque me llamaron Ángel y Lucía Rolle, que ya me conocían. Y recuerdo que me reuní con ellos dos, y me dijeron: tienes que hacer fotos en la oscuridad, y yo pensé… “¡bueno!” Y el primer año no hacía tantas fotos, estaba un poco más perdida, porque no conocía a nadie del equipo… Pero entre los personajes que pasaron por allí recuerdo a Guy Sherwin y su familia, a Zoe Beloff y su marido… era como una gran familia.
Fotografiar en la oscuridad
Pues con un punto de luz, apoyándome en las pantallas, en las sombras, en pequeños… En la poca luz que puede haber en la pantalla: cuando cambian la película, la propia luz que utilizan, o la luz del proyector… con eso ya puedo hacer fotos.
La paciencia y los retratos
Sí, yo creo que sí. Porque abordar a muchos personajes… A Jeannette, por poner un ejemplo. No me gusta abordar a una persona así, me gusta conocerla, si puedo. Conocerla, ver cómo se mueve, cómo gesticula. Y si tengo oportunidad, ir siguiéndola los días que esté en el festival. Y muchas veces, la primera foto no es nada buena. Por ejemplo, Phil Hoffman, el año pasado, la primera foto que le hice en el CGAI, no está mal. Pero luego, según nos fuimos conociendo, pues cambió la cosa. Sobre todo después de asistir ya al festival: ellos están más gusto y eso se nota.
La selección para 9/10 (S8)
Pues lo que hice fue una selección, año por año, de las fotos que a mí más me gustaban. Esa selección era un poco más amplia. Y luego, con ayuda de David Carballal (diseñador y editor del libro) fuimos retirando fotos. Yo iba diciendo: esta sí, esta sí… y alguna que tenía duda, la comentábamos. Fue un proceso de repasar, repasar de nuevo… ver cuáles encajaban entre sí, luego verlas en conjunto. Horas de ver y seleccionar y de ir retirando.
El recorrido de la exposición
El recorrido no es cronológico en absoluto, sino que está basado en las imágenes, en cómo funcionaban unas con otras. Es decir, no tiene nada que ver que sean colegas o que el cine de ellos sea parecido, sino que lo importante ha sido esa afinidad en la imagen. Así que se trató más de ir componiendo en puzle y ver cómo iban funcionando unas con otras. Y luego los retratos suelen ir juntos, las salas por otro lado… con la idea de no romper la mirada. Que sea lineal, digamos. Y ese fue el proceso.
El libro
Pues es un libro pequeñito, tiene más de 120 fotografías, hay más fotos que en la exposición. Y… no sé, esto tendría que decirlo quizás David Carballal, que es el que se encargó de la edición. Pero a partir del tamaño ya tienes un espacio para guiarte, y también hay que mantener las alturas, como en la exposición: que las verticales se correspondan –que no haya una más larga, una más corta– para mantener esa continuidad. Es decir, está repartida en hojas, pero sigue una línea.