Hace unos días nos llegaba una noticia difícil de creer: que Amy Halpern había fallecido. Difícil de creer porque hace apenas un par de meses, en Coruña, desprendía una energía magnética e inagotable. Presentó dos sesiones de sus películas: una de ellas, con Falling Lessons, fue casi un acto de justicia poética, una proyección tensa, emocionante, la certeza de estar viendo una obra maestra largamente ignorada. La otra, con nada menos que 13 nuevas películas recién salidas del horno, la muestra de una manera de ver el cine (y el mundo, la vida) singularísima, inteligente y sensible en extremo. Nos regaló también con una clase magistral sobre el sonido (y el silencio) en el cine, que incluso hizo cambiar a otro de los cineastas invitados toda su concepción en torno a este tema. Pero es que además de todo esto, fue una presencia incansable siempre dispuesta ayudar en todo, preocupada por el estado físico y emocional de cada una de nosotras, repartiendo un cariño infinito, entusiasmada y maravillada en cada sesión, siempre dispuesta a celebrar, pero también con un sentido combativo consciente de todas las violencias e injusticias del mundo. Toda esa fuerza parecía inextinguible y eterna, vieja como el mundo y a la vez jovencísima.
De aquí se puede traslucir el placer y la emoción, no exentas de responsabilidad, de trabajar con Amy Halpern y sus películas. Que es el objetivo último de este trabajo: descubrir no solo obras, sino personas que nos cambien la vida. Esta relación empezó con el descubrimiento de su cine, de la mano de un programa de Canyon Cinema curado por Antonella Bonfanti. Quiso la pandemia que Amy no pudiera venir en 2020, pero ese mismo año le dedicamos un especial de Camera Obscura, nuestro particular programa de entrevistas, donde pudimos verla y oírla, donde brindó con nosotros a través del éter de la noche angelina y la mañana gallega. Muchas conversaciones virtuales siguieron. A lo largo de la cuarentena, y más adelante en preparación de este viaje, que para ella fue una fuerte apuesta por la vida ante los temores víricos. Cada conversación iba más allá de lo práctico, llegando a un lugar muy profundo, tocando siempre el punto sensible que, como si fuera una especie de hechicera, sabía que debía ser tocado.
La semana que pasó en Coruña vino a repartir todo eso entre todas las personas que trabajan y visitan el (S8). Con esa mirada inteligente y profunda, sentimos que todo saldría bien, con la salvia de su jardín purificando nuestra sala empezamos esta edición. No conocemos una sola persona que no haya salido profundamente impactada, tanto por su cine como por su presencia. Jamás una proyección terminó con tantos abrazos y lágrimas de genuina conmoción. Por eso entre la tristeza, nace una alegría en nosotras y es la de haber facilitado que todo eso pudiera ocurrir, que toda su generosidad haya podido hallar su eco en el merecidísimo cariño y reconocimiento que recibió. Nos deja como regalo final sus películas, únicas como solo pueden ser en su cualidad de expresiones de tan alto espíritu.
Queremos, finalmente, agradecer y mandar unas palabras de aliento a su compañero David Lebrun, cómplice también de todos estos encuentros.
Más información sobre Amy Halpern aquí: https://amyhalpern.com/
