NARCISA HIRSCH
PROGRAMA 2 | MUJERES Y HOMBRES Y VICEVERSA
Filmoteca de Galicia | Sábado 1 junio | 19:30 horas | Entrada libre a todas las sedes hasta completar aforo. No será posible acceder a las salas una vez empezada la proyección.
SEÑALES DE VIDA
Narcisa Hirsch | 1979 | Argentina | Super 8 | 15 min
Una película sobre las luces y las sombras. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
AMA-ZONA
Narcisa Hirsch | 1983 | Argentina | Super 8 | 16 min
Basado en el mito de la amazona. Una película particularmente sensorial. La abstracción de una imagen fuera de foco se transforma en una mujer que se despoja de la piel del pecho hasta que, ya transfigurada, toma nuevas armas: el arco y la flecha. Federico Windhausen dice que, «[e]n Ama-Zona y en A-Dios (1989), las meditaciones dispersas sobre la independencia femenina, el erotismo, la violencia y la mortalidad se entrelazan a través de representaciones líricas de varios espacios —urbanos y rurales, domésticos y públicos— con la mirada en sintonía con los matices de la luz, el color y la sombra». (Cecilia Barrionuevo, catálogo de la Viennale 2023)
LA NOCHE BENGALÍ
Narcisa Hirsch, Werner Nekes | 1980 | Argentina | 16 mm a HD | 6 min
Trabajo realizado durante el seminario dictado por Werner Nekes (cineasta experimental alemán) en Buenos Aires en 1980, auspiciado por el Instituto Goethe. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
A-DIOS
Narcisa Hirsch | 1989 | Argentina | Super 8 a HD | 26 min
Un hombre vuelve de la guerra vencido; vuelve al hogar. Es el fin de las batallas y de las ideologías. Según Susana Balán (terapeuta y escritora), hay tres arquetipos de lo masculino:
— Los héroes, jóvenes que son contestatarios y cuestionan el poder de los dioses.
— Los dioses, que han sido jóvenes y pudieron en la madurez seguir siendo poderosos.
— Los hombres, que son la mayoría; los que no cuestionan la sociedad ni necesitan dominarla; son los que atienden a su trabajo y a su familia.
Narcisa agregó a estos tres arquetipos un cuarto, los alquimistas, los artistas convocados a recrear el mundo y, por lo tanto, marginados; transmutan la materia y hacen visible lo invisible. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
PINK FREUD
Narcisa Hirsch | 1972 | Argentina | 16 mm a HD | 10 min
Una mujer embarazada duerme profundamente. El hombre llega a la casa con una bolsa infinita de muñecos, bebés de plástico, que comienza a ordenar y a marcar de manera obsesiva inundando la imagen. Una versión de Brahms (1972) y emparentada con el happening Muñecos (1972), en el que Hirsch distribuye los mismos muñecos entre los transeúntes de Buenos Aires, Londres y Nueva York. Una película abrumadora e incómoda acompañada por la música de Pink Floyd. (Cecilia Barrionuevo, catálogo de la Viennale 2023)
NARCISA HIRSCH
RETRATO DE UNA ARTISTA COMO SER HUMANO
Decir que Narcisa Hirsch (Alemania, 1928-Bariloche, 2024) es una de las artistas más importantes de Latinoamérica, y del mundo, es algo tan cierto como incompleto, un cliché de este sistema de jerarquías y de raseros de genialidad de lógica patriarcal. Hacen falta más palabras para describirla con justicia. Narcisa Hirsch fue una persona de una creatividad desbordante: se inició como pintora, luego se fue por los caminos revolucionarios del arte de los 60 para recalar en el happening y, partiendo del registro de esos happenings, empezó a hacer cine. Su encuentro con el cine experimental norteamericano le abrió a nuevas aventuras formales propias del medio y durante los setenta hizo varias películas históricas dentro de la potente escena del cine experimental argentino. A partir de finales de los setenta y de los ochenta se entrega a un cine de formas líricas cercano a lo mitológico y filosófico por momentos, también experimenta con la ficción y, después de unos años de pausa, retoma el cine a través de los medios del vídeo. Al margen del resumen curricular, hay más cosas que se pueden decir de Narcisa y que van un paso más allá de su trayectoria como artista, ampliando el campo a su esencia como ser humano. Fue un elemento aglutinador importante de la escena de Buenos Aires. No solo con sus coetáneos del arte (Marie Louise Alemann, Walther Mejía) y de la generación, algo más joven, del cine experimental (Claudio Caldini, Jorge Honik, Horacio Vallereggio, Silvestre Byron) en torno al Instituto Goethe y al Instituto Di Tella. También, ya en su tercera edad, lo fue de las nuevas generaciones (Azucena Losana, Pablo Marín, Pablo Mazzolo, Tomás Rautenstrauch, Federico Windhausen, Benjamín Ellenberger). Además de esta vocación de crear comunidad, tenía, asimismo, una curiosidad inagotable y una apertura desprejuiciada a lo que le rodeaba. Toda su obra está atravesada por la alegría y por el juego y, a veces, por un sentido del humor manifiesto, y siempre en la voluntad de experimentar con la forma, de probarlo todo y de entregarse a cada cosa que hacía. Acercarse a la figura de Narcisa Hirsch es ver alguien que pareció vivir plenamente, que aprovechó todo lo que tuvo y que, además, se atrevió a hacerlo todo siendo mujer en un mundo de hombres. Acercarse a sus películas es ver a la artista y también al ser humano, en convivencia indisoluble y generosa.
Ya amplia y rica considerando lo que conocíamos, la obra de Narcisa Hirsch ha adquirido una dimensión nueva con el trabajo de preservación, digitalización y acceso llevado a cabo por la Filmoteca Narcisa Hirsch (comandada por su nieto Tomás Rautenstrauch), con el que también han salido a la luz sus diarios y cine-cartas, además de otros apuntes y bocetos; todas películas en un principio no pensadas para proyecciones públicas. Obras que, más allá de su interés biográfico, entroncan directamente con el cine diarístico heredero de Mekas y, en el caso de las cine-cartas, con un cine personal abordado desde una perspectiva pocas veces vista, apegada a la vulnerabilidad y a la apertura, a la exposición de la complejidad de los sentimientos humanos y de los lazos afectivos. A la hora de organizar una retrospectiva de su trabajo (aquí hemos priorizado los trabajos en soporte fílmico), era importante sacar a la luz esa faceta, intentando incorporarla de manera orgánica a todo el (gran) resto.
El primer programa que le dedicamos se titula «Suite patagónica», como una forma de llamar la atención sobre el importante rol que la Patagonia y su vasto paisaje tienen en su obra. Ubicada al sur de Argentina, la Patagonia es una región extensa y en parte salvaje, compuesta de impresionantes valles, montañas, estepas, lagos y playas, y cuya ciudad más visible es Bariloche. Hirsch, que dividía su tiempo entre Buenos Aires, Bariloche y sus viajes por el extranjero, siente una pulsión natural por filmar la Patagonia que se diversifica de muchas maneras. La sesión se abre con dos trabajos que sugieren una filiación afectiva con el lugar: Pradera, hecha junto a Tomás Rautenstrauch, en la que observa desde su casa en Buenos Aires el paisaje patagónico junto a su nieto, abriendo un portal entre los dos lugares que nos transporta. Y el rollo de super 8 titulado Bariloche. Fotos BYN intercala fotografías y recuerdos familiares con ese mismo paisaje. La majestuosidad de la tierra en su amplitud ya se nos presenta en Potrero, la manera de Narcisa de ver la Patagonia incluso no estando allí. Después de observar el lugar y de entender los lazos familiares, pasamos a presenciar el modo de vida de Narcisa, el dinamismo y la creatividad del día a día en los Diarios patagónicos 2. Patagonia y Ulises nos presentan visiones alucinadas del paisaje, que sirve como lienzo para una estampa psicodélica hecha cine. Patagonia (versión corta) da paso a un registro más cercano a lo etnográfico, sin perder de vista la experimentación formal. Finalmente, Para Virginia es una cine-carta a una mujer ausente en la que recorremos las calles de Bariloche (con los famosos grafitis de Narcisa, en este caso extractos de las cartas de Virginia), para terminar en una representación performática del espíritu femenino que entronca con el siguiente programa.
Bajo el nombre (con guiño humorístico) «Mujeres y hombres y viceversa», el segundo programa reúne algunos de sus trabajos más centrados en lo lírico y en el simbolismo, películas que de maneras más o menos veladas aluden a las condiciones femenina y masculina. Desde las enigmáticas luces y sombras de Señales de vida, una película que evoca una amenaza oculta por momentos, pasamos a la particular visión del mito de la amazona de Hirsch en Ama-Zona. La noche bengalí, hecha junto al alemán Werner Nekes en su visita a Buenos Aires, parece indicar la imposibilidad de encuentro entre el hombre y la mujer en el mundo exterior, en contraste con la calidez del encuentro íntimo. A-Dios es una película que examina la masculinidad y sus tropos de conquista y sumisión a través de potentes imágenes y citas, en una película en la que cabe el erotismo y también la violencia. Finalmente, Pink Freud, en un registro más ligero, mira con irreverencia a la psicología freudiana y a las implicaciones en torno a la maternidad y, si se quiere, a los derechos reproductivos, filmando en su estudio a una mujer dormida y a un hombre que vacía un saco lleno de pequeños bebés de plástico (haciendo un guiño también a uno de los happenings callejeros de Hirsch, Muñecos, en el que entregaba esos mismos muñequitos a los transeúntes diciéndoles: «Have a baby»).
El tercer programa está dedicado a los diarios y cine-cartas y toma su título de una de las películas que lo conforman: «Pocos son los que conocen el secreto del amor». Aquí tenemos desde una carta a su hija Andrea por su vigesimoprimer cumpleaños a varias películas en las que desgrana su relación amorosa con Rafael Maino, con una sinceridad y una sensualidad singulares, en vitales collages de imágenes a veces acompañadas por su voz. Cabe aquí también el diario titulado Capricornio 1978, una colección de rollos de super 8 especialmente delicados y apegados a las texturas, a la observación del detalle y el milagro de la vida (y de la muerte).
El ciclo termina con el programa «El taller de la artista», en el que se concentran algunos de los trabajos más conocidos de Hirsch y también más cercanos al arte contemporáneo: los relacionados con el happening y con el cine estructural, todos ellos ligados de una forma u otra a su taller de Buenos Aires. En un ejercicio de idas y venidas temporales, el programa empieza presentándonos el espacio en Taller, película que pone en marcha la imaginación del fuera de campo: un plano fijo de una esquina del taller que contiene el taller entero gracias a la descripción que oímos en off. Retrato de una artista como ser humano nos presenta una suerte de pequeña y lúdica biografía artística en la que presenciamos el making of de happenings como Marabunta o películas como Canciones napolitanas, para a continuación pasar a ver esas mismas obras, además de un registro del happening Edgardo. El sentimiento de comunidad que se respira en ese taller habitado de Narcisa recorre todas estas películas, al igual que Testamento y vida interior, en donde filma de nuevo su estudio y se ve a sí misma en un ataúd llevado por sus amigos y amigas desde las calles de Buenos Aires a las nieves de la Patagonia. Cierra el programa Come Out, su obra clave, una réplica al descubrimiento que supuso para ella Wavelength, de Michael Snow. Un zoom de alejamiento (que camina a la par de la obra sonora de Steve Reich que la acompaña, basada en la repetición cada vez más acelerada de una frase) que funciona como un espejo con respecto al zoom de acercamiento de Pradera con el que abríamos el ciclo.
Salimos de vuelta al mundo después de Narcisa, pero ya no somos las mismas.
Elena Duque