NARCISA HIRSCH
PROGRAMA 4 | EL TALLER DE LA ARTISTA
Filmoteca de Galicia | Miércoles 5 junio | 19:30 horas | Entrada libre a todas las sedes hasta completar aforo. No será posible acceder a las salas una vez empezada la proyección.
TALLER
Narcisa Hirsch | 1973 | Argentina | 16 mm a HD | 10 min
Una imagen fija sobre la pared del taller de Narcisa Hirsch. Mientras toman un té, Narcisa le describe a Horacio Maira primero lo que se ve en esa pared, luego lo que está fuera de cuadro. La descripción, en voz en off, recorre toda la habitación, hasta volver a la pared donde comenzó el relato. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
RETRATO DE UNA ARTISTA COMO SER HUMANO
Narcisa Hirsch | 1973 | Argentina | 16 mm | 10 min
En Retrato de una artista como ser humano, Narcisa Hirsch hace una alegre retrospectiva de su trabajo artístico, de sus happenings junto a Marie Louise Alemann y Walther Mejía, de las filmaciones de algunas de sus películas. Recuerdos cuyos restos destruye en un ritual gozoso de futuro, en una película teñida por el optimismo de la contracultura de principios de los 70, llena de sentido del humor y de comunidad creativa.
CANCIONES NAPOLITANAS
Narcisa Hirsch | 1971 | Argentina | 16 mm a HD | 10 min
Una mezcla de imágenes abstractas y, como si saliera de un cuadro de Man Ray, una gran boca en primer plano con los labios pintados de rojo que devora lentamente un hígado crudo y pasa a comerse luego una tarjeta postal. Mientras tanto se escuchan canciones napolitanas románticas de fondo. Como dice Andrea Giunta: «Al mismo tiempo funcionan como una hipérbole de lo femenino en un registro impregnado de la estética pop (son labios perfectos y maquillados), pero en el que la carne introduce un elemento de profunda transgresión, con tensiones escatológicas». (Cecilia Barrionuevo, catálogo de la Viennale 2023)
EDGARDO
Narcisa Hirsch | 1967 | Argentina | Super 8 a HD | 5 min
Narcisa Hirsch y Marie Louise Alemann sacan a pasear por las calles de Buenos Aires la obra-silueta en tamaño natural de Edgardo Giménez, uno de los más grandes artistas pop argentinos. La escultura fotográfica de tamaño natural reproducía su cuerpo desnudo de espaldas en ambas caras, un cuerpo con dos culos: detrás y delante. Esa silueta también aparece en la película Los neuróticos, de Héctor Olivera. (Cecilia Barrionuevo, catálogo de la Viennale 2023)
MARABUNTA
Raymundo Gleyzer, Narcisa Hirsch | 1967 | Argentina | 16 mm a HD | 8 min
Documental sobre el happening del mismo nombre que se llevó a cabo en el Teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires el 3 de octubre de 1967. Marabunta es una ceremonia de antropofagia colectiva alrededor de un esqueleto de seis metros recubierto por completo de comida y que contiene en su interior palomas vivas, que salen volando mientras la gente come. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
TESTAMENTO Y VIDA INTERIOR
Narcisa Hirsch | 1976 | Argentina | Super 8 | 19 min
La vida interior es una habitación que la cámara recorre muy lentamente; la voz del afuera entra por medio del pregón. El testamento son los compañeros de cine que van llevando un ataúd color naranja a través de la ciudad primero y la Patagonia nevada después. (Filmoteca Narcisa Hirsch)
COME OUT
Narcisa Hirsch | 1974 | Argentina | 16 mm a 35 mm | 10 min
Imágenes rojizas pululan en pantalla a medida que una frase en inglés se repite enrarecida. El sonido se desarma, la imagen cobra fuerza y se pone de pie. Del cruce de ambos procedimientos surge la piedra fundacional del cine estructural argentino. (Pablo Marín)
NARCISA HIRSCH
RETRATO DE UNA ARTISTA COMO SER HUMANO
Decir que Narcisa Hirsch (Alemania, 1928-Bariloche, 2024) es una de las artistas más importantes de Latinoamérica, y del mundo, es algo tan cierto como incompleto, un cliché de este sistema de jerarquías y de raseros de genialidad de lógica patriarcal. Hacen falta más palabras para describirla con justicia. Narcisa Hirsch fue una persona de una creatividad desbordante: se inició como pintora, luego se fue por los caminos revolucionarios del arte de los 60 para recalar en el happening y, partiendo del registro de esos happenings, empezó a hacer cine. Su encuentro con el cine experimental norteamericano le abrió a nuevas aventuras formales propias del medio y durante los setenta hizo varias películas históricas dentro de la potente escena del cine experimental argentino. A partir de finales de los setenta y de los ochenta se entrega a un cine de formas líricas cercano a lo mitológico y filosófico por momentos, también experimenta con la ficción y, después de unos años de pausa, retoma el cine a través de los medios del vídeo. Al margen del resumen curricular, hay más cosas que se pueden decir de Narcisa y que van un paso más allá de su trayectoria como artista, ampliando el campo a su esencia como ser humano. Fue un elemento aglutinador importante de la escena de Buenos Aires. No solo con sus coetáneos del arte (Marie Louise Alemann, Walther Mejía) y de la generación, algo más joven, del cine experimental (Claudio Caldini, Jorge Honik, Horacio Vallereggio, Silvestre Byron) en torno al Instituto Goethe y al Instituto Di Tella. También, ya en su tercera edad, lo fue de las nuevas generaciones (Azucena Losana, Pablo Marín, Pablo Mazzolo, Tomás Rautenstrauch, Federico Windhausen, Benjamín Ellenberger). Además de esta vocación de crear comunidad, tenía, asimismo, una curiosidad inagotable y una apertura desprejuiciada a lo que le rodeaba. Toda su obra está atravesada por la alegría y por el juego y, a veces, por un sentido del humor manifiesto, y siempre en la voluntad de experimentar con la forma, de probarlo todo y de entregarse a cada cosa que hacía. Acercarse a la figura de Narcisa Hirsch es ver alguien que pareció vivir plenamente, que aprovechó todo lo que tuvo y que, además, se atrevió a hacerlo todo siendo mujer en un mundo de hombres. Acercarse a sus películas es ver a la artista y también al ser humano, en convivencia indisoluble y generosa.
Ya amplia y rica considerando lo que conocíamos, la obra de Narcisa Hirsch ha adquirido una dimensión nueva con el trabajo de preservación, digitalización y acceso llevado a cabo por la Filmoteca Narcisa Hirsch (comandada por su nieto Tomás Rautenstrauch), con el que también han salido a la luz sus diarios y cine-cartas, además de otros apuntes y bocetos; todas películas en un principio no pensadas para proyecciones públicas. Obras que, más allá de su interés biográfico, entroncan directamente con el cine diarístico heredero de Mekas y, en el caso de las cine-cartas, con un cine personal abordado desde una perspectiva pocas veces vista, apegada a la vulnerabilidad y a la apertura, a la exposición de la complejidad de los sentimientos humanos y de los lazos afectivos. A la hora de organizar una retrospectiva de su trabajo (aquí hemos priorizado los trabajos en soporte fílmico), era importante sacar a la luz esa faceta, intentando incorporarla de manera orgánica a todo el (gran) resto.
El primer programa que le dedicamos se titula «Suite patagónica», como una forma de llamar la atención sobre el importante rol que la Patagonia y su vasto paisaje tienen en su obra. Ubicada al sur de Argentina, la Patagonia es una región extensa y en parte salvaje, compuesta de impresionantes valles, montañas, estepas, lagos y playas, y cuya ciudad más visible es Bariloche. Hirsch, que dividía su tiempo entre Buenos Aires, Bariloche y sus viajes por el extranjero, siente una pulsión natural por filmar la Patagonia que se diversifica de muchas maneras. La sesión se abre con dos trabajos que sugieren una filiación afectiva con el lugar: Pradera, hecha junto a Tomás Rautenstrauch, en la que observa desde su casa en Buenos Aires el paisaje patagónico junto a su nieto, abriendo un portal entre los dos lugares que nos transporta. Y el rollo de super 8 titulado Bariloche. Fotos BYN intercala fotografías y recuerdos familiares con ese mismo paisaje. La majestuosidad de la tierra en su amplitud ya se nos presenta en Potrero, la manera de Narcisa de ver la Patagonia incluso no estando allí. Después de observar el lugar y de entender los lazos familiares, pasamos a presenciar el modo de vida de Narcisa, el dinamismo y la creatividad del día a día en los Diarios patagónicos 2. Patagonia y Ulises nos presentan visiones alucinadas del paisaje, que sirve como lienzo para una estampa psicodélica hecha cine. Patagonia (versión corta) da paso a un registro más cercano a lo etnográfico, sin perder de vista la experimentación formal. Finalmente, Para Virginia es una cine-carta a una mujer ausente en la que recorremos las calles de Bariloche (con los famosos grafitis de Narcisa, en este caso extractos de las cartas de Virginia), para terminar en una representación performática del espíritu femenino que entronca con el siguiente programa.
Bajo el nombre (con guiño humorístico) «Mujeres y hombres y viceversa», el segundo programa reúne algunos de sus trabajos más centrados en lo lírico y en el simbolismo, películas que de maneras más o menos veladas aluden a las condiciones femenina y masculina. Desde las enigmáticas luces y sombras de Señales de vida, una película que evoca una amenaza oculta por momentos, pasamos a la particular visión del mito de la amazona de Hirsch en Ama-Zona. La noche bengalí, hecha junto al alemán Werner Nekes en su visita a Buenos Aires, parece indicar la imposibilidad de encuentro entre el hombre y la mujer en el mundo exterior, en contraste con la calidez del encuentro íntimo. A-Dios es una película que examina la masculinidad y sus tropos de conquista y sumisión a través de potentes imágenes y citas, en una película en la que cabe el erotismo y también la violencia. Finalmente, Pink Freud, en un registro más ligero, mira con irreverencia a la psicología freudiana y a las implicaciones en torno a la maternidad y, si se quiere, a los derechos reproductivos, filmando en su estudio a una mujer dormida y a un hombre que vacía un saco lleno de pequeños bebés de plástico (haciendo un guiño también a uno de los happenings callejeros de Hirsch, Muñecos, en el que entregaba esos mismos muñequitos a los transeúntes diciéndoles: «Have a baby»).
El tercer programa está dedicado a los diarios y cine-cartas y toma su título de una de las películas que lo conforman: «Pocos son los que conocen el secreto del amor». Aquí tenemos desde una carta a su hija Andrea por su vigesimoprimer cumpleaños a varias películas en las que desgrana su relación amorosa con Rafael Maino, con una sinceridad y una sensualidad singulares, en vitales collages de imágenes a veces acompañadas por su voz. Cabe aquí también el diario titulado Capricornio 1978, una colección de rollos de super 8 especialmente delicados y apegados a las texturas, a la observación del detalle y el milagro de la vida (y de la muerte).
El ciclo termina con el programa «El taller de la artista», en el que se concentran algunos de los trabajos más conocidos de Hirsch y también más cercanos al arte contemporáneo: los relacionados con el happening y con el cine estructural, todos ellos ligados de una forma u otra a su taller de Buenos Aires. En un ejercicio de idas y venidas temporales, el programa empieza presentándonos el espacio en Taller, película que pone en marcha la imaginación del fuera de campo: un plano fijo de una esquina del taller que contiene el taller entero gracias a la descripción que oímos en off. Retrato de una artista como ser humano nos presenta una suerte de pequeña y lúdica biografía artística en la que presenciamos el making of de happenings como Marabunta o películas como Canciones napolitanas, para a continuación pasar a ver esas mismas obras, además de un registro del happening Edgardo. El sentimiento de comunidad que se respira en ese taller habitado de Narcisa recorre todas estas películas, al igual que Testamento y vida interior, en donde filma de nuevo su estudio y se ve a sí misma en un ataúd llevado por sus amigos y amigas desde las calles de Buenos Aires a las nieves de la Patagonia. Cierra el programa Come Out, su obra clave, una réplica al descubrimiento que supuso para ella Wavelength, de Michael Snow. Un zoom de alejamiento (que camina a la par de la obra sonora de Steve Reich que la acompaña, basada en la repetición cada vez más acelerada de una frase) que funciona como un espejo con respecto al zoom de acercamiento de Pradera con el que abríamos el ciclo.
Salimos de vuelta al mundo después de Narcisa, pero ya no somos las mismas.
Elena Duque