JEANNETTE MUÑOZ

PROGRAMA 2

Sala (S8) Palexco | Viernes 6 de junio | 17:00 horas | Entrada libre a todas las sedes hasta completar aforo. No será posible acceder a las salas una vez empezada la proyección.

Proceso hacia una película
Jeannette Muñoz | 2025 | Chile, Suiza | 16 mm (performance) | 30 min

En esta presentación de la performance Proceso hacia una película, Jeannette Muñoz trabaja sobre fragmentos de su proyecto Puchuncaví, mostrándonos su proceso de visionado y montaje en directo. Utilizando una moviola (que es a la vez proyector) como dispositivo (que vemos y también oímos), Muñoz nos revela el minucioso trabajo de ver y ponderar cada cosa filmada. En esta ocasión, su montaje es asistido por una máquina de coser. 

Puchuncaví
Jeannette Muñoz | 2014-2025 | Chile, Suiza | 16 mm | 30 min

Puchuncaví es una compilación de fragmentos cinematográficos que exploran los diferentes niveles que coexisten y que se superponen o habitan paralelamente en una zona con larga tradición industrial y de esparcimiento familiar en la costa central de Chile. Con cada fragmento que se adhiere a Puchuncaví intento develar lo visible y lo invisible que hacen de esta zona un lugar con múltiples estratos. Un lugar que es a la vez muchos lugares: zona industrial, zona de balneario, zona campesina, pueblo costero, puerto, etc. El concepto de Puchuncaví es un proyecto a largo plazo que crece cada año con nuevos fragmentos. Los fragmentos como unidades heterogéneas consisten en tomas únicas, tomas editadas en la cámara o en la mesa de montaje. (Jeannette Muñoz)

JEANNETTE MUÑOZ

LA PELÍCULA INFINITA

En la entrevista incluida en el libro Jeannette Muñoz. El paisaje como un mar*, ella misma describe su cine como una colección de fragmentos, fragmentos que equipara a su vez con los ladrillos de una construcción: cada uno de estos es una pieza fundamental de un todo, pero, al mismo tiempo, no hay jerarquías entre ellos. Como ocurre con los ladrillos, esos fragmentos sirven para construir variadas estructuras, armarlas y desarmarlas, en una suerte de gran película cambiante a la que no paran de sucederle cosas, igual que una vida a la que se van incorporando vivencias. Pues, aunque dentro de su filmografía haya tanto obras cerradas como proyectos que nunca se cierran, siempre está esa preocupación por adecuar la presentación de las películas al presente comprendiendo, a la vez, los estratos del pasado que se han ido superponiendo en ellas, como las líneas de expresión de una cara que nos sonríe hoy conteniendo en sí todas las sonrisas pasadas. 

La materia del cine de Jeannette Muñoz es el mundo: el que la rodea, el que observa desde lo personal y desde lo político. Muñoz dejó su natal Chile para irse a Europa a completar su experiencia y formación en fotografía analógica, hasta recalar finalmente en Zúrich, que es donde reside a día de hoy. Si primero se ocupó sobre todo de lo relacionado con lo fotoquímico, la alquimia de las emulsiones y los procesos materiales de la fotografía, cuando su trabajo viró al cine fueron otras cosas las que la ocuparon, aunque no por ello abandonó el interés por el medio. En este caso su mirada se volcó a su entorno, a las personas y lugares importantes en su vida. En sus películas hay retratos de gente, de paisajes, de animales (perros, pájaros); hay reuniones sociales, hay gente ejecutando trabajos. Hay, en definitiva, una persona sensible a lo que ocurre a su alrededor. Muñoz filma a lo largo del tiempo, va acumulando estratos y capas que se van sumando a la película infinita que es su obra en su totalidad. Dentro de esos estratos temporales hay también una densidad histórica que no siempre es evidente. No solo, o no siempre, se refieren a los tiempos de una vida, sino a los sucesos pasados y presentes que cargan ciertos lugares, ciertas imágenes, vestigios del dolor de un mundo colonialista y despiadado.

La condición migrante parece subyacer a su trabajo: en obras en las que mantiene sus lazos con Chile (como El Cortijo, sobre su barrio en Santiago, o Puchuncaví, sobre un territorio costero cercano a Valparaíso), o en películas como los Envíos, en los que convierte una forma epistolar privada en pública, películas que llevan en sí la necesidad de compartir una vivencia con personas que están lejos. La mirada de quien migra es, a la vez, una mirada desde dentro y desde fuera. 

En los dos programas que le dedicamos se recogen algunos de sus proyectos más importantes a lo largo de los últimos años. El primer programa incluye una selección de su serie de Envíos, que ya abarca veinte años. Los Envíos son películas-carta a un destinatario concreto. Se trata de unidades numeradas compuestas de fragmentos, de las que Muñoz nos trae una selección con la que construye en esta ocasión una nueva configuración. A los Envíos les siguen tres películas que se concentran en lugares determinados: en primer lugar, Humedal, que recoge silenciosamente la vida natural en este espacio. El Cortijo es un nuevo montaje de fragmentos filmados a lo largo de los años en el barrio humilde del que es originaria Muñoz, en Santiago de Chile, con sus vecinas y vecinos. Fuente Alemana se concentra en el monumento de ese nombre situado en Santiago de Chile, un regalo del Gobierno alemán a la República chilena, que acumula también en sí las capas de historia que implica esa relación con Europa y, asimismo, acontecimientos recientes como el estallido social y su resaca. 

El segundo programa se dedica a Puchuncaví, que empieza siendo un proyecto situado para luego convertirse en un concepto más amplio. Puchuncaví es un territorio cerca de Valparaíso en el que se encuentra una playa en la que veranea mucha gente y sobre la cual se ciernen unas grandes estructuras industriales que invaden el paisaje. En esa convivencia de elementos Muñoz encierra sentimientos y pensamientos complejos que se ponen en marcha por el mismo acto de observar. Una presencia agresiva que se torna invisible para la gente; la vida que sigue fluyendo a pesar de la fealdad y el capital; un paisaje, personas y animales que sobreviven en un entorno sacrificado al progreso. Solo que en un punto Puchuncaví ya no se circunscribe únicamente al territorio, sino que sirve también para incorporar otros lugares y experiencias sensibles de la vida de la propia Muñoz. En esta presentación de Puchuncaví, la sesión se abre con la performance Fragmentos, en la que la artista nos muestra públicamente su proceso de montaje en la moviola y somos testigos de su entendimiento de las imágenes y de los cortes. En esta ocasión ese proceso se pone en paralelo con el de una máquina de coser (dispositivo emparentado, por otro lado, con los aparatos del cine). A continuación, veremos el último armado de Puchuncaví, el que es ahora, en junio de 2025, pero que cambiará, crecerá o se convertirá en otra cosa a medida que el tiempo de observación, espera y filmación se siga acumulando. Es así como se construyen las películas infinitas de Muñoz, ajenas a las prisas y a las conclusiones precipitadas, a la afirmación categórica, y abiertas siempre a la naturaleza cambiante y maleable de las cosas.

Elena Duque

*Editado por Francisco Algarín Navarro en Lumière en 2017.