LA INTERNACIONAL FOTOQUÍMICA AMBULANTE. SPECTRAL: LAIA-TORRE Y MIRE

Jun 7, 2025 | Destacados, Entrevistas

Esta edición tendrá su clausura el sábado con la Wandering Projection que nos traen los laboratorios autogestionados Laia-Torre (Oporto) y Mire (Nantes). Una proyección en 16 mm que recorrerá las calles de A Coruña gracias a este proyecto que mezcla arte, tecnología, solidaridad, compañerismo y compromiso político. Hablamos con representantes de ambos laboratorios sobre todo esto.

¿De dónde surge la idea de la proyección ambulante?

Mire: En Mire siempre nos ha encantado comisariar cine experimental en lugares nuevos e insólitos; sin embargo, con la evolución de la ciudad de Nantes, se volvió cada vez más difícil encontrar sitios distintos. Primero gestionamos un espacio al aire libre, el Jardin C, e hicimos proyectos estrafalarios de toda clase, pero la gestión exige mucho trabajo y en Mire decidimos centrarnos en otros proyectos, entre los que se encontraba el festival Prisme. Ocurre que, justo después de la covid, juntar a la gente en una sala no era algo que todo el mundo tuviese muy claro, por muchos motivos. Organizar eventos móviles y en exteriores vino en respuesta a esta situación.

En aquella época, los miembros de Mire habíamos conocido a otras personas que organizaban eventos piratas, por razones parecidas (la pandemia, el rechazo por parte de las instituciones artísticas, cierres realizados por artistas en el marco de una okupación, la gentrificación e higienización del espacio público o todos ellos). Incluso Antoine, miembro de Mire, empezó a proyectar sus películas e instantáneas desde su ventana durante el confinamiento por la covid, como alternativa al auge de las plataformas de emisión en continuo.

Nos sirvieron de mucha inspiración las prácticas asociadas que se habían desarrollado por entonces: la reunión callejera espontánea en Indonesia para hacer ruido, también llamada Noise Bombing («bombardeo de ruido»); las caminatas de los Concerts Dispersés, en los campos y bosques del centro de Francia; y las exploraciones sonoras en las catacumbas de París llevadas a cabo por antiguos aficionados a las raves y artistas… Lo que se denominaba «cultura de 12 V», en la que con baterías de coche, y más adelante de litio, se podía tocar música friqui y hacer fiesta casi en cualquier parte. Todas esas fuentes de inspiración están centradas mayormente en la música y el sonido, así que pensamos: ¡vamos a intentar hacer esto para el cine! En paralelo, también nos inspiramos mucho en los orígenes de este: la precinematografía y la linterna mágica, la naturaleza ambulante de los espectáculos de fantasmagoría, los cines de feria.

¿Por qué este es un proyecto desarrollado específicamente por Laia-Torre y Mire?

Laia-Torre: Este proyecto lo desarrollamos Laia-Torre y Mire específicamente porque aúna nuestras líneas de investigación complementarias en el marco del proyecto SPECTRAL. Más allá del estudio sobre aparatos nuevos para el cine expandido y de las residencias de creación, el SPECTRAL también incluye la divulgación del trabajo en artes cinematográficas expandidas y colaboraciones con espacios o festivales.

Para esta parte en concreto del proyecto, decidimos trabajar de a dos, poniendo en relación dos laboratorios de cada vez con el contexto de un festival. Por ejemplo, el Filmwerkplaats y LaborBerlin colaboraron en Oberhausen, y Crater y el Bal Lab hicieron presentaciones en el LUFF.

Ahora, en el (S8), establecemos un diálogo entre la investigación de Mire sobre la itinerancia y la exploración temática de Laia-Torre sobre la luz primaria. Esto ha llevado al desarrollo de un proyector de 16 mm portátil y autónomo en lo que a energía se refiere: ligero y adaptable, totalmente en consonancia con la propuesta de residencia de Laia, en la que se estudian tanto las fuentes de luz primordial como la proyección en entornos naturales, tomando el propio paisaje circundante como pantalla o medio.

A lo largo del proyecto, al margen de los programas, se han formado estrechas amistades, y de esa atención complementaria y mutua surge este programa. Nuestras prácticas convergen no solo en sus dimensiones técnicas y conceptuales, sino también en sus relaciones afectivas.

¿Podríais hablarnos del proceso de creación de los aparatos? ¿Cuáles fueron las principales dificultades?

Mire: Hubo tres sesiones de seminarios de diez días de duración cada uno, a lo largo de un período de un año, en las que nos juntamos doce personas (siete de Francia y cinco del ámbito internacional). Para conformar el equipo, se lanzó una convocatoria abierta.

En primer lugar, la dificultad era humana: no teníamos ni idea de cómo se iban a llevar estas personas que no se conocían, ni de si toda aquella operación iba a dar algún resultado, porque las instrucciones eran un poco vagas y hacía falta muchísimo compromiso por parte de los participantes. ¡Un poco arriesgado, vaya! Echando la vista atrás, fue una experiencia humana bonita de verdad.

Después tuvimos algunos problemas ético-políticos. Comentamos y decidimos en conjunto cómo iban a ser exactamente los aparatos, partiendo de las instrucciones que se habían dado sobre que tenían que ser reproducibles y móviles (fáciles de transportar y de montar y autónomos en lo relativo a electricidad) y no podían superar un presupuesto de mil euros. En este proceso, nos encontramos con dilemas como el de si usar baterías de litio de 12 V o coger en Amazon componentes electrónicos baratos procedentes de China, lo cual no es que concuerde mucho con nuestro modelo económico-medioambiental ideal. Al mismo tiempo —y, de alguna manera, como contrapeso de lo anterior—, intentamos, siempre que fuera posible, reutilizar elementos desechados y, en general, a lo largo del proyecto, aplicar una filosofía de intercambio de conocimientos mediante la documentación, entre otras cosas.

Por supuesto, también hubo una dificultad de tipo técnico. Para muchos de los artistas participantes, aquella era la primera vez que se metían tan a fondo en la construcción del estilo «hazlo tú mismo»… ¡Con el OctoPloc, por ejemplo, hubo una parte de soldadura de cadenas! En suma, fue muy intenso y requirió algunos ajustes cuando los prototipos estaban casi acabados.

Pero, al final, el compromiso de cada uno de los participantes y la complementariedad de las destrezas del equipo funcionaron muy bien.

¿Cómo es la dinámica de la proyección? ¿Qué vais a hacer aquí en A Coruña?

Mire: Pretendemos llevar a la gente de paseo con nosotros.

La idea es redescubrir el entorno a la luz de los lugares de proyección hallados en la ciudad. Debería ser una bonita experiencia compartida, contemplativa y juguetona.

¿Podríais hablarnos del programa que traéis? ¿Cómo escogisteis las películas?

Laia-Torre: La idea que tuvimos para elegir las películas empezó como una especie de partida de pimpón entre laboratorios. Cada uno tenía sus respectivas «cestas» de películas, con una selección elaborada siguiendo determinadas normas: ninguna cinta podía superar los diez minutos de duración, tenía que ser muda y debía corresponder o al tema de la «itinerancia» o al de la «luz primaria» (o a ambos). También nos centramos en encontrar un equilibrio entre el blanco y negro y el color y en la paridad entre hombres y mujeres.

Ese intercambio de películas devino, en sí mismo, en una conversación visual entre Mire y Laia-Torre, en la que cada laboratorio hallaba vínculos estéticos y conceptuales entre ellos, además de proponer otras indicaciones. También teníamos en mente que lo seleccionado debería poder verse en superficies no muy lisas ni muy claras. 

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