Entrevista a Xacio Baño, protagonista del foco de la sección Sinais.
Tu programa en el (S8) se abre con Estereoscopías y Anacos, en donde veo cierta voluntad de ponerse en el punto de vista de distintas personas. El experimento de dividir la pantalla en dos o en cinco, ¿responde a esto?
Sí, nunca lo había pensado, pero es una manera de ponerse en la piel del otro. Me gusta mucho esa sensación de imaginar lo que piensa el otro.
Así como en Estereoscopías la opción de la pantalla partida fue algo más natural, en donde tenía mucho sentido al jugar con la vida real y la vida deseada, soñada, anhelada… en Anacos fue algo mucho más mecánico, científico, quería probar a dividir la pantalla en cinco y a partir de ahí apareció la historia, fue el formato el que trajo la historia.
En el caso de Estereoscopías, ¿desde el principio ya tenías decidido que una de las pantallas iba a tener imágenes personales tuyas?
No cuento esto mucho, porque aún a día de hoy me cuesta, pero Estereoscopías es como un exorcismo del pasado. No fue muy lejos de aquí, en Coruña, en donde pasé un año encerrado con depresión, como el personaje de la obra. Lo que quería era contarle a mi yo del pasado lo yo que era en ese momento. Tenía claro que quería grabar a mi novia, a mis amigos, a la felicidad que estaba viviendo en ese momento y contrastarlo con mi pasado. Decirme a mi mismo: donde estás, fue difícil pero aquí has llegado. Por esto fue la decisión de la pantalla partida, de jugar con la realidad, estar dos meses llevando la cámara, grabando cosas que no tenían sentido, pero que me daban un tacto y una textura que eran interesantes para confrontar con el pasado, y así fui creando la historia.
En el caso de Anacos fue más un interés técnico el que te guiaba, sin embargo, eliges una historia que intuyo puede tener alguna raíz personal, de una mujer muy atada a la familia.
Sí, la madre es a menudo la gran unión de la familia, el pilar básico. Pero en este caso, si había algo muy personal dentro de la historia era el tempus fugit. Un día de verano estaba trabajando con mi abuelo en el monte, cada uno a su ritmo, con el hacha y el fouciño. Llevábamos dos o tres horas trabajando sin decir nada, y de pronto se levanta y me dice “arreglar la casa, comprar unos montes y poner a estudiar a mis hijos, ahí va la vida de un hombre”. Después de tres horas callado, que se levantase como un resorte y que me dijese eso, me sentó como un patada en el estómago. Una persona que para mí ha vivido tanto, que ha tenido una vida tan fructífera, que me resumiera su existencia en dos frases, me marcó. Esa sensación de que todo pasa volando. El corto dura cinco minutos, porque la vida son cinco minutos y cuando te quieres dar cuenta ya ha pasado.
En lo que se refiere a la técnica, ¿por qué cinco pantallas? ¿cada una representa algo?
Tenía que ver con la separación de cada personaje, cada existencia en su marco, pero también, era la opción más aprovechable estéticamente, permitía, por ejemplo, jugar con la sección áurea.
Siguiendo con Ser e voltar veo de nuevo la necesidad de mirar a través de los ojos de otro. Parece que vas con cierta idea preconcebida de lo que vas a hacer en el rodaje pero tus abuelos no responden exactamente a ello y terminas cambiando de punto de vista.
Ser e voltar parte de una idea tan sencilla como grabarlos para tenerlos de recuerdo porque en mi familia no tenemos ni fotos, ni vídeos. Ir un fin de semana con la cámara, mi abuela con la vaca, mi abuelo en el monte. Cuando volví a casa, me fijé que los dos me preguntaban por el cine, y me pareció que ahí había algo con lo que jugar, no quería hacer una historia de mis abuelos en su casa, sino jugar con la ficción, hacerles entender por qué necesito el cine. Así que volví, con un pequeño guión para ellos. En las primeras versiones del corto, la idea no es como está en la versión final. En el comienzo, la primera parte del díptico, mi primera concepción era hacer un plano alejándome de ellos, para dar a entender que hace falta alejarse de la gente que quieres para ser o para buscarte. Y el corto finalmente va de lo contrario, de hacerlos partícipes de mi vida, de lo que disfruto y de lo que soy.
¿Cuáles fueron los comentarios cuando vieron la película?
Lloraban de la risa, lo pasaron muy bien. Hay un momento en el que mi abuela me da un discurso sobre mi futuro, que cuando mi abuelo lo vio se enfadó mucho. Ella es una agricultora que ha vivido con dificultad toda su vida de ello y que ella me riña por mi futuro me parecía casi gracioso.
Hay un par de piezas que son encargos dentro de trabajos colectivos, como Ai Capitán, parte del proyecto Nimbos. ¿Te asignaron un poema o lo elegiste tú?
Fue una invitación de Acto de Primavera para realizar una pieza en base de un poema de Nimbos. Era totalmente libre, elegías el poema que preferías. Leí durante semanas el libro, lo dejé descansar en la recámara, esperando algo, hasta que apareció el barco en mitad de la Costa da Morte, y pensé “aquí está la señal”. Fui a grabar el barco, y esa misma noche tenía la pieza hecha.
Háblanos de Solpor, el film hecho dentro del Chanfaina’Lab.
Fue muy estimulante la iniciativa de juntar a varios directores un fin de semana en San Sadurniño en una casa rural para juntar fuerzas. Fui un poco a ver lo que se sentía en allí. Había una anécdota que me gustaba mucho: el rey Alfonso XIII le regaló seis pares de ciervos a la marquesa de San Sadurniño. Me pareció que ahí había una historia, que la idea de buscar a los descendientes de esos ciervos era como ir a buscar al unicornio.
Me llama la atención el uso que haces de fotos de archivo.
Aunque tenía esa idea de los ciervos, el rodaje allí fue un poco loco. Llegué a casa, y había en el material mucho afán de buscar pero no encontraba una unión. Hay una web que se llama Fálame de San Sadurniño, que tiene que ver con el proyecto, en la que hay mucho material de archivo. El material que elegí habla de una época en la que San Sadurniño era una población importante, donde iba la nobleza, salía en los periódicos, y me pareció interesante confrontar ese mundo con el actual. Y como queda muy poco de todo eso, por suerte.
Habrá un encuentro en el que hablarás de tu nueva pieza, Eco.
En julio del año pasado me llamó un amigo y me dijo “Xacio, vamos a dejar el piso de toda la vida, en Los Mallos, en A Coruña, y me gustaría grabarlo para tener un recuerdo”. Dije que sí, por ser un amigo, pero en realidad lo de grabar una mudanza… Fui a grabar, y mi amigo me explicaba cosas, recuerdos, hablamos de cómo se fue descomponiendo la familia, pues vivieron treinta años en ese piso. Al acabar el día me abrió una de las cajas de la mudanza, en la que había unos diarios de su madre. Y me dijo “me gustaría hacer algo con eso”. Por ahí va Eco.
Sinais. Xacio Baño. Sesión 2 (encuentro)
Hoy a las 18.30h.
Afundación. Sala (S8)