¿Podrías contarnos cómo empezó tu relación con el analógico, más en concreto con el super 8?
Yo empecé a trabajar con formatos analógicos en México con La Trinchera, que era un colectivo que después acabó derivando en la formación de LEC con Morris Trujillo y Elena Pardo. Y era un trabajo colectivo de cine expandido con proyectores analógicos. Yo empecé con un retroproyector que utilicé en combinación con objetos y otras cosas. Luego me fui a estudiar a Buenos Aires y conocí a mucha gente que estaba trabajando con super-8, por ejemplo Claudio Caldini, que fue el que me regaló mi primera cámara. Así que, además de trabajar en vivo con cine sin cámara, empecé a filmar. Y en Argentina hay una gran escena del super-8, hay escuelas, como la de hacerlo todo en una sola toma, editar con cámara… Trabajábamos mucho con blanco y negro, economizando un cartuchito… cosas así. Después de hacer una residencia aprendí a revelar, y en Buenos Aires empecé a trabajar en un laboratorio mítico de allí, Arcoiris Super 8, que es un pequeño laboratorio comercial pero que es la resistencia de la región, porque es el único que quedó después de que cerraran todos los grandes laboratorios de Sudamérica. Así que además de filmar y trabajar con lo objetual, empecé a revelar y a desarrollar un trabajo de laboratorio, y a partir de ahí empezaron a confluir todas esas facetas. También empecé a utilizar 16 como otra opción de intervenir y de experimentar. Al mismo tiempo, el hecho de estar en contacto con gente de la misma escena dio lugar a una red de colaboración y empezamos a montar nuestros propios espacios de proyección, como el Cinema C¡nico que ahora es una sala itinerante en Buenos Aires. Eran actividades que estaban siempre a caballo entre lo independiente y lo institucional: a veces proyectábamos en museos y al día siguiente en una casa, con una barra montada ese día… Pero Buenos Aires me sirvió para estar en contacto, de forma muy intensa, con la experiencia de lo independiente.
Hemos titulado tu programa Antropología y arqueología, porque nos parece que tu cine tiene que ver con viajar, con abrirse, con el acercamiento a la gente, ¿Podrías hablar un poco en ello?
Sí, la verdad es que me encantó el nombre, porque es así tal cual. Cuando trabajaba con vídeo me interesaba mucho el formato documental: acercarme a las personas, a los lugares… Me interesan particularmente las personas que tienen oficios, lugares de trabajo, herramientas. Y dentro de los viajes me interesa encontrarme con lugares que parece que no se pueden encontrar en ningún otro lado. En Buenos Aires he estado trabajando (aunque todavía es un work in progress) pero tiene mucho que ver con esto, con la gente que trabaja con la luz. Los bichos de luz, los llamo. Es uno de los cortos que vamos a ver en el programa, sobre Daniel Vicino, que es nuestro gurú, el único en la región que arregla las cámaras, los proyectores… y tiene todos los dispositivos, todas las herramientas, todo en un lugar. Y también estoy filmando a César, que trabaja con neón, y que también es un oficio que brilló durante muchos años en Buenos Aires y que ahora ha sido relegado, está resistiendo. Hay otros lugares de Buenos Aires que he ido buscando, o encontrando, que son también bastante particulares, que son como túneles del tiempo que no existen en otros sitios. Eso me interesa mucho.
Por ejemplo, tu aproximación a una ciudad como Berlín no tiene nada que ver con tu proyecto sobre São Paulo.
Sí, es verdad. Creo que tiene que ver con cómo se mueve la gente en cada lugar, me interesa mucho ser espectadora de eso. La velocidad a la que se mueve un habitante de São Paulo es distinta de la de un carioca. Y me gusta crear esos recortes de la velocidad a la que se mueve la ciudad y las personas.
También hay una vertiente importante de trabajo con archivo, con imágenes encontradas, en películas como Gardel. ¿Cómo te aproximas al archivo?
Sí, el laboratorio y el archivo adquirieron mucha importancia para mí en los últimos años. Para empezar, Buenos Aires es un lugar en el que se puede encontrar película muy fácilmente. Es un modo en que nos aproximamos a lo económico, por así decirlo. Y hay mucha gente a la que le interesa intervenir la película en lugar de filmarla. Y en esa línea de trabajo he encontrado joyas increíbles, a veces en un mercado, a veces en la basura…Y es como que se me encendió la lucecita y empecé a crear mi propio archivo, y también a indagar más en la cuestión de archivo a partir de un trabajo que estoy haciendo en la Embajada de México en Argentina, porque encontramos muchas películas que llevaban treinta o cuarenta años olvidadas. Y ahí empecé a trabajar con el archivo no como una película para intervenir que uno encuentra por ahí, sino como una labor seria sobre un acervo que hay que cuidar y conservar. Además, una Embajada es algo muy particular, porque las autoridades cambian todo el tiempo, y encontramos películas increíbles, organizamos programas… Y por ejemplo, la performance que voy a presentar en colaboración con LEC, parte de un material que encontré en una fábrica de café en Costa Rica, que fue un disparador de todo un conjunto de ideas comunes que los tres, Morris Trujillo, Elena Pardo y yo, estábamos teniendo en torno a las máquinas. ¡Y aquí estamos ahora, presentando la performance juntos!
También haces instalaciones, collage, dibujos… ¿Nos puedes hablar de tus otras actividades?
Las instalaciones, por ejemplo, tienen que ver con los collages de foto, porque todo trata de maquinarias precarias. Esto empezó con La Trinchera, cuando empezamos a utilizar proyectores analógicos con cartones, focos, instalaciones eléctricas muy sencillas. Y cuando me fui a Buenos Aires, me fui a la universidad a estudiar arte electrónico y nuevos medios. Mezclábamos tecnologías muy abiertas con pequeños motores, con otros objetos que se podían manejar electrónicamente. Y ahí empecé a hacer instalaciones. Y el dibujo y el collage surgieron como series, por distintos lados. El dibujo de la televisión argentina emergió a partir de sesiones en las que yo dibujaba con la tele de fondo, viendo los subtítulos en vivo, y así iba dibujando todas las imágenes de lo que decían en la televisión y que eran increíbles, cosas muy bizarras. Y también está el collage de fotografías rotas tomadas de la basura de Buenos Aires.