Archivo Expandido, de Magdalena Arau, es una de las performances que este año componen la sección desbordamientos. A continuación presentamos un espléndido texto de Fabiana Gallegos (publicado originalmente en la Revista “Número Zero”), que explica el proyecto sin de dejar de lado la mirada poética.
La obra
En este contexto, favorable o no, en donde pocas veces se piensan y se trabajan los discursos en relación con la especificidad de los soportes, en donde todo proceso audiovisual se ha vuelto más silencioso, donde ya no ruedan cintas ni giran moviolas, presenciar un trabajo como el de Magdalena Arau, presentado en el último Bafici, se puede pensar como una experiencia única. No tiene repetición, trabaja con varios soportes, no es lineal, no tiene sólo una imagen sobre la pantalla, no es sólo Super8, no es una única persona. Mejor dicho, es un proyecto en vivo que se asemeja más al teatro o a la performance. Tres proyectores de diapositivas, tres proyectores de Super8, un proyector de filminas y varios equipos de reproducción de cinta abierta, además de ecualizadores. Llegan a convivir tres películas super8 y tres diapositivas simultáneamente en la pantalla “cinematográfica”. Cada una de estas áreas está siendo manejada por un operador. Magdalena está sentada a metros de la pantalla, con sus piernas cruzadas. Delante de ella, un proyector de filminas; éstas se encargan de los títulos, el texto y la separación por capítulos; en realidad se encargan de ser la presencia (en ambos sentidos, me gusta aclararlo) de la directora de esta orquesta, y su construcción hipotética de discursos que se continúan escapando. Es aquí y ahora, en donde toda esa materia comienza a interactuar con uno y con el espacio. Ya hemos oído varias veces y sabemos que el espectador forma parte de la puesta en escena. En un trabajo como éste, uno directamente está dentro. De manera que la obra busca un alto nivel de interactividad. Son imágenes archivo que están en presente (simpática paradoja), que se piensan en presente (haciendo referencia a las filminas que manejan el discurso) y que lo ubican a uno frente a algo irrepetible.
“…no son archivos,
piensa…” (aclara en un
momento la reflexión de las
filminas).
El lugar
El trabajo se presentó en una de las salas del Cine Cosmos. Se trata de una sala de dimensiones pequeñas y pocas butacas; las justas y necesarias para este caso. La disposición de los aparatos en la sala cumple un rol fundamental. Claro está que no elige utilizar el proyector de la sala, que está dispuesto correctamente para que la imagen rectangular de la película se proyecte sobre la pantalla, cumpliendo con sus dimensiones y perspectiva. Por el contrario, Arau utiliza un complejo armado de aparatos que no sólo deben entrar en la sala, sino que además deben tener, en el caso de los proyectores, la distancia justa a la pantalla. Todo el trabajo devela una instancia que ha quedado algo olvidada en las proyecciones convencionales, o que uno da por sentado. Pone en evidencia el proceso de proyección, generando un diálogo entre los parámetros propiamente cinematográficos y cuestiones de las instalaciones. Las instalaciones pretenden emplazar una obra en un espacio y, por esta razón, cuestiones como el lugar donde se instalará, sus dimensiones, iluminación, acústica, etc., se vuelven fundamentales. Este tipo de obras, tanto plásticas como audiovisuales, generan un diálogo con el espacio en donde se encuentran incorporándolo a la misma puesta en escena. Por esta razón creo que la obra de Arau se encuentra en un lugar intermedio entre el cine y la instalación. YA QUE NO ADSCRIBE A Otros dos parámetros fundamentales son: por un lado la interactividad, dejando a elección del espectador o interactor recorrerla y observarla desde el punto donde él desee. Y por el otro, un parámetro de carácter temporal, ya que el espectador puede elegir el tiempo de visionado, dado que el mismo no se encuentra supeditado a una temporalidad establecida a priori, como en el caso de una película. Se trata, además, de un relato no lineal a partir de una maquinaria que no se esconde, sino que, por el contrario, deja en evidencia esos aparatos llevándolos a ser parte de lo que se está contando.
Lo encontrado
El material encontrado requirió muchísimo tiempo de visionado. Inclusive antes de que esté en camino la obra Magdalena había comenzado a verlo. Este proceso la llevó a rotular y clasificar el material. Cada vez aparecían más nombres y títulos; los rótulos comenzaban a ser inútiles y absurdos. En este lugar de indefinición radica la fuerza del material. Magdalena Arau tiene claro que una mirada ingenua no la lleva a ningún lado. Por eso pretende formular un relato posible e hipótesis sobre una base y soporte móvil que constantemente se escapa y metamorfosea. Esta crisis y esta fuga hicieron que las mismas imágenes se corran de su significado, dejándose resignificar y pervertir. Pervertirse por una persona que se pone en escena con un “yo” tercerizado y hasta lejano. No se busca justificar el procedimiento como un trabajo autorreferencial, sino establecer una mirada sobre el mismo que permita generar rotulaciones abiertas, confusas y ambiguas. Allí radica lo interesante de este tipo de autorreferencialidad.
Las palabras de Caldini al terminar la función: “… es poesía, documental, y género”.
Un prólogo, capítulos (1, 2, 3, 4 y5) y un epílogo.
Estas filminas que segmentan el material son escritas por ella misma sobre una transparencia con un marcador negro grueso. Una relación de lo humano con la máquina que pone en abismo y en tensión la relación del material de archivo con este presente de la escritura; esto está siendo. Más clasificaciones dentro de una estructura abierta que se continúa desdoblando, no sólo en su relato sino también en la mente de cada persona que lo ve.
El nombre
El nombre de la obra es Archivo Expandido, apelando al juego que se genera entre la idea de Cine Expandido y de material de archivo. El Cine Expandido (Gene Youngblood, 1970) argumenta sobre la necesidad de neutralizar la linealidad de la narrativa fílmica y su preeminencia visual, juega con las pantallas partidas, las tecnologías y la corporeidad de los espectadores. Este tipo de aproximaciones a un material de archivo genera dificultades. Como sabemos, el material de archivo puede ser mutante, se lo puede adaptar y apropiar de la manera que mejor nos convenga. Ese es justamente el reto del archivo, algo que pertenece a un contexto y que puede ser descontextualizado. Magdalena logra apropiarse de esta virtud compleja para ponerla en el germen de su obra duplicando la apuesta.
La paradoja
En una obra de este tipo uno nunca sabe cómo continuará, hay una expectativa constante que va más allá del relato y que forma parte de la propia esencia, el azar. Estos materiales tienen desgaste, sufren a su exposición, son orgánicos. El acto de dar vida a esta obra la convierte, al mismo tiempo, en la muerte de la misma.
Se repite por una sola y única vez.
Esto es Archivo Expandido.