El raga hindú, Brian Eno o Steve Reich, atraviesan la obra y la vida de Claudio Caldini, ya no sólo como compositor sino también como cineasta. Sinuosas corrientes de ida y vuelta se han ido creando así entre las vibraciones sonoras de sus sintetizadores y las lumínicas de los proyectores en sus performances, por ejemplo.
Un recorrido caprichoso e incompleto por el universo musical de Caldini se puede trazar con algunos hitos, empezando así: corren los años sesenta, y en Buenos Aires suena una de las bandas psicodélicas más singulares de Latinoamérica: Almendra. Un Claudio Caldini adolescente empieza a asistir a conciertos, y a escuchar música. Y de la música nacen algunos de los primeros experimentos de Caldini con el cine, en paralelo a sus primeros films (narrativos). “En el 71 hice dos películas de animación de recorte y dibujo. Una es sobre “Glass Onion”, de los Beatles, y otra es sobre “She’s a Rainbow”, de los Rolling Stones”, cuenta un Caldini que más adelante descubriría la música hindú a través de los sitares de los discos de los Beatles: “Yo estaba fascinado con la cultura de La India a través de la música. Con la aparición de la música hindú en principio en los Beatles, en las canciones de George Harrison. Esa tímbrica me envolvía de una manera que me hacía pensar en lo fascinante de esta forma de hacer música tan distinta de la nuestra, y tan diferente a lo que había escuchado hasta entonces”. Más delante, en La India estuvo estudiando el bansuri, flauta hindú, y adquiriendo nociones de raga. El film Vadi-Samvadi, incluye música india (más adelante Caldini haría una versión online con música del grupo en el que toca la tambura), aplica la forma compositiva del raga a la imagen: su título, Vadi-Samvadi, hace referencia a sus notas principales, una dominante y otra consonante. Esta idea musical de opuesto-complementario domina la estructura del film, cuya idea es “generar, a través de la alternancia de fotogramas, la idea de un ritmo regular. La idea de microtonalidad está en esa pequeñísima diferencia que hay entre una imagen, la posición de la distancia focal, y la otra. Como la que puede haber entre dos momentos de la melodía del raga separados por una microdiferencia”.
Otra de las grandes influencias de Caldini viene de la música contemporánea, a través de nombres como John Cage o Steve Reich. Reich precisamente es una pieza fundamental en Gamelan, de la que Caldini explica: “La música que iba a utilizar era Steve Reich, que en su sistema compositivo utiliza elementos del gamelan balinés. En Gamelan se refuerzan el sonido y la imagen en cuanto a que en las composiciones de Reich hay un fenómeno auditivo que en la película es óptico. Ese fenómeno estroboscópico donde crees ver una dirección o en algunos casos la detención del movimiento. Por sincronismo o asincronismo entre la velocidad del movimiento y la obturación de la cámara. Y luego del proyector. En la música de Reich es el fenómeno que se llama “phase shifting”, o cambio de fase, con lo cual parece que las frases rítmicas se van adelantando con respecto a otras”.
Brian Eno, en su etapa acústica, es otra de sus inspiraciones. Así habla del trabajo con la imagen en unas partes de El devenir de las piedras (cuyas imágenes están directamente inspiradas en composiciones del propio Caldini, quien el 1986 vendió su colección de discos para comprar su primer sintetizador): “la forma de sobreimprimir las capas con un fundido abriendo y un fundido cerrando en cada toma remite directamente a la segunda pieza del Music for Airports. Es una pieza para voces femeninas. Cuando hice el seminario de Minimal Music Project, Fahres nos explicó cómo había hecho Eno: él había tomado las muestras de las voces con voz sin vibrato y uniforme en las notas adecuadas. Y después les había hecho un fade in y un fade out para que no apareciera ni el ataque ni la caída de la voz. Después, las puso a circular en ocho grabadores aleatoriamente. Eso fue lo que hice yo aquí con tres proyectores”.