Pintura e historia natural
Cuando empecé a hacer arte, al principio estaba interesada sobre todo en la pintura. Pero pronto sentí que era un medio demasiado estático para mí, que, de algún modo, el resultado final no reflejaba realmente todos los procesos de pensamiento que estaban teniendo lugar en mi mente, en mi mundo. Mi referente era Borges, lograr algo como lo que él conseguía en su faceta de escritor: eso era lo que me fascinaba realmente, algo que combinara elementos de ficción, de observación, referencias a otras obras de arte… Y para mí, en general, eso es lo que siempre había representado el cine, lo que siempre me había hecho sentir: es como soñar despierta. Y, de algún modo, es algo en lo que flotaban también referencias a otras características del arte, de la pintura, o también de la literatura, que yo tenía presentes. Esas referencias son como los colores de mis pensamientos, que yo intento destilar o sintetizar. Aunque la gente no tiene que estar necesariamente interesada en que yo tenga todas estas referencias, lo cierto es que para mí son muy importantes, es muy importante haber conseguido transmitirlas en mi trabajo y exponerlas al mundo, como en The Fall of Icarus, que es una pintura de Brueghel que siempre me ha fascinado. Y haciendo una película sobre ella, y utilizando imágenes de la historia natural para hacerla, como estas imágenes de un saltamontes que parece que está volando pero a la vez parece que está cayendo… Siento que esa imagen está, de algún modo, alrededor, presente en la vida que me rodea. Y me pregunto: ¿cuál es el sentido de ese ser que tiene una ambición, que intenta vivir más allá… quizá más allá de lo cotidiano? Al menos yo no lo entendí como algo catastrófico, consecuencia de una ambición mal llevada… sino más bien como un intento de buscar, digamos, algo más en la vida. Y quizá eso es lo que yo estaba intentando hacer como artista: dar ese salto… y quizá acabar dándome de morros [risas]. Pero sí, quizá es un ejemplo de lo que yo creía que significaba ese cuadro, que para mí es algo que queda reflejado en algo muy… muy cotidiano, diría, como el vuelo truncado de un saltamontes.
La alquimia
La idea de que existe una imagen oculta, esa imagen latente del proceso fotográfico es algo que me resulta mágico, y que, al mismo tiempo, parece tener algo de científico. Y creo que son esas partes más lúdicas del juego con los materiales las que me han llevado a una especie de comunión con los primeros alquimistas. Tratar de conseguir algo jugando, explorando para lograr sintetizar todos esos pensamientos que me habitan para convertirlos en algo, en algo más, o quizá en algo especial… Y ese ha sido mi principal interés. Además, también me he sumergido en mi fascinación por los dibujos procesuales de los primeros alquimistas, como puede ser Robert Fludd, que los utilizaban para explicar, precisamente, ese proceso que representaban, con lo que la alquimia estuvo siempre ligada a un componente muy visual. Y todos esos dibujos empezaron a atraerme mucho en sí mismos, todos esos matices y cualidades que adquirían al tratar de expresar los elementos de su mundo. Tienen también cierta resonancia de un imaginario científico, así que empecé a interesarme también por la fotografía científica primigenia, y la combinación de estas fotografías con las imágenes del mundo alquímico ha sido muy importante. Es probable, supongo, que la manera solitaria en la que trabajo también tenga que ver con eso, con esa sensación de conexión que siento con el mundo de los alquimistas.
Las linternas mágicas
En el caso de las linternas mágicas, se puede decir que me fui enamorando poco a poco. Y eso me hizo recordar que había tenido una de pequeña, que de hecho dejó de funcionar, funcionaba a pilas… Pero todo eso hizo que me interesara por intentar pensar en maneras de hacer ilusiones cinéticas que no tuvieran que ver realmente con dispositivos mecánicos. Se me ocurrió, entonces, utilizar proyectores Kodak, pero en realidad son también muy mecánicos, todo va de hacer clic, clic, clic. En cualquier caso, me fascinaba la historia de los primeros años de las ilusiones cinéticas, quería saber cómo eran originalmente, cómo eran esos movimientos que se han perdido ya… porque ahora estamos atrapados en la repetición del fotograma, y en la limitación a solamente un fotograma. Así que, a partir de ahí empezó a aumentar considerablemente ese interés que tenía ya en la linterna mágica. Y, no solo por eso, sino también por su luz proyectada, por esa deliciosa sensación como de luz atravesando una vidriera, y las imágenes que parece que brotan de la oscuridad, que es algo que siempre me ha encantado. Además, está también la posibilidad que me ofrecía de narrar historias de una forma íntima, pero íntima en el sentido de… Por ejemplo, la gente podía tener linternas mágicas en sus casas, y quizá proyectarlas en una cortina, o en la pared… y así es como que pasan a convertirse en parte de la historia, o de los hilos que tejen la vida de la gente. Entonces decidí empezar a escribir, pensando, ¿y qué podría escribir yo, cómo puedo hacer estas historias? Y es algo que siempre me atrajo mucho, que me parece realmente maravilloso. A partir de ahí empecé a desarrollar mis técnicas de procesamiento manual de diapositivas de linterna mágica.
Las narrativas tras la linterna
Durante mucho tiempo estuve interesada en hacer obras que estuvieran totalmente desligadas del lenguaje. Eran algo muy parecido a los sueños que se tienen cuando uno sueña despierto, y que yo siempre he sentido que pertenecen al reino de lo visual, que están fuera del lenguaje. Pero con la linterna mágica sí que me apeteció retomar esa idea de «historia». Y simplemente empecé a escribir. En realidad creo que algo sí que había escrito para esas otras películas también, que el lenguaje siempre había estado presente de alguna forma, pero esta vez, observando la linterna mágica, me vino muy claramente la sensación de que lo que quería era escribir una historia que tuviera que ver con lo que la linterna es. Y fue algo que vino motivado por las ideas que yo andaba teniendo por aquel entonces, y que estaban influidas por mis lecturas de W. H. Hudson, un fantástico ornitólogo –esto es algo que de nuevo se vincula con mi interés por la historia natural– que pasó casi toda su vida escribiendo sobre las aves de Argentina, pero a distancia, desde su residencia en Inglaterra. Así que el tipo de historia natural que él hacía partía de su prodigiosa memoria, claro, pero yo creo que también un poco de su imaginación. Y yo, que estaba leyendo su obra, empecé a desarrollar un vínculo con sus recuerdos y sus fantasías acerca de los pájaros que había visto. Y me pareció que era muy similar a una clase, que podría convertirla en una clase al estilo de las primeras manifestaciones de clase ilustrada en las que la linterna mágica tuvo un papel tan importante, y empecé a asociar esto con las ideas que emergían de mis lecturas. Mientras tanto, continuaba mi proceso de escritura, que derivó en The Tears of a Mudlark, y ahora estoy escribiendo para una tercera pieza para linterna mágica. En mi caso, diría que este es un punto de partida relativamente nuevo, pero muy estimulante, a la hora de escribir.