En 2017 se pusieron en marcha las primeras Residencias Artísticas Internacionales de Creación Cinematográfica – BAICC, gracias al apoyo de AC/E e o LIFT de Toronto, reafirmando la fuerte apuesta de la Muestra por la producción y la creación artística en espacios alternativos.
Después de esta exitosa tercera convocatoria con más que 15 propuestas recibidas, ‘Propiedades de una esfera paralela’ De Valentina Alvarado fue el proyecto seleccionado para ser desarrollado durante cinco semanas en la Liaison of Independent Filmmakers of Toronto, Canadá. El resultado final será proyectado, en estreno mundial, durante el (S8) 11º Mostra Internacional de Cinema Periférico, que tendrá lugar en A Coruña del 29 de mayo al 7 de junio 2020.
A través de una práctica artística multidisciplinar Valentina Alvarado Matos (Maracaibo, Venezuela 1986) explora la hibridación de los diversos lenguajes plásticos que utiliza -collage, cerámica, fotografía y film analógico- para elaborar discursos vinculados a la memoria y a la identidad desplegada en geografías inacabadas. Su obra establece un diálogo constante entre lo digital y analógico donde lo poético y lo político forman parte importante de su propuesta artística. Actualmente es artista residente en La Escocesa – Fábrica abierta de creación analógica.
Aprovechando los últimos días de Valentina en Canadá quisimos realizarle una entrevista en la que nos comenta su experiencia en la residencia y algunos adelantos de su trabajo:
– ¿Podrías realizar una pequeña introducción de tu proyecto ‘PROPIEDADES DE UNA ESFERA PARALELA’ y contarnos cómo está siendo el proceso de creación en el LIFT de Toronto?
Propiedades de una esfera paralela propone un viaje (o diario de viaje) donde hay una representación de un paisaje familiar dentro de un contexto desconocido y ajeno.
Desde una politización de lo personal, he ido empujando mi trabajo hacia una investigación que represente geografías fluidas e identidades circunstanciales. En ese sentido, la pieza que estoy desarrollando en Toronto tiene que ver con esa idea de la representación de un paisaje exótico para mi donde todo es alteridad, por esta razón intento buscar similitudes o lugares comunes con paisajes que me son íntimos y cercanos.
En términos de ejecución de lo que tenía pensado hacer ha ido mutando: es difícil conceptualizar a distancia si no hemos pisado el lugar y eso como aprendizaje también ha sido muy interesante. Filmar sola, cargar todo el equipo y con las inclemencias del tiempo que normalmente hay aquí, hace todo más lento…entonces aparecen otras formas de aproximarse a esa idea inicial, lo que enriquece el proceso y a fin de cuentas determina la obra final.
– ¿Cómo ha sido la acogida que has tenido entre la comunidad de cine experimental de Toronto y qué sensaciones destacarías de estar trabajando en un espacio como el LIFT?
Toronto es una ciudad muy abierta y porosa. He podido ir a algunas proyecciones y eventos de cine experimental y la sensación que tengo es muy parecida a la de cuando voy a alguna proyección en Barcelona: es una comunidad generosa e interesada por las nuevas caras, saber que hacemos, filmamos, que nos interesa observar. Quizás en esto encuentro muchas diferencias (positivas para el cine experimental) con el mundo del arte contemporáneo. En cuanto a LIFT: poder tener acceso a tantos equipos y la infraestructura que existe en ese espacio es un lujo, así como el conocimiento de todas las personas que están ahi adentro disponibles para guiarte y aconsejarte. Un mes se queda corto el tiempo para todo lo que tiene LIFT y Toronto como ciudad para ofrecerte dentro de las prácticas fílmicas (muchas ganas de volver).
-El conjunto de tu obra incluye films, collage, instalaciones, film performance,… De todas estas expresiones artísticas y observando tu trayectoria ¿Qué conexiones, si las hay, crees que habitan hoy en tu propuesta artística?
Sí, claro que las hay y muchas, principalmente porque siguen estando en mis modos diversos de crear y con el film un poco lo que hago es unir todos los lenguajes que manejo e intento depositarlos frente a la cámara. Cuando comencé a filmar -así como cuando empecé a hacer cerámica- mi aproximación a ambos lenguajes los hice desde el collage, que para mí siempre ha sido un medio constante al que recurro.
– En el (S8) le dedicamos una especial atención a la creación cinematográfica en tiempo real en sus diferentes formas, como la film performance o el cine expandido. ¿Podrías hablarnos de tu experiencia en este terreno? ¿Qué colaboraciones has realizado con otros artistas en este campo?
Mi experiencia es reciente respecto al cine en el campo expandido. Comencé junto a Carlos Vásquez Méndez hace un par de años a pensar en formas de construir relatos fílmicos desde la performance, yendo de lo textual a lo sensorial, de lo documental a lo completamente ficcional. Ahí nació Paracronismos I y II, una serie de performances fílmicas que gestamos en nuestro taller en La Escocesa y que luego presentamos en varios lugares durante el 2019. Planteamos este trabajo en dos partes porque usamos una misma metodología con materiales similares pero pensados para dos espacios completamente diferentes, como son la caja negra (el cine) y la galería o el museo (el cubo blanco) y fue abrir un mundo de posibilidades. Ahora la performance se ha transformado en nuestro lenguaje colaborativo. Este año estamos preparando ya un nuevo material.
– ¿Qué te impulsa a desarrollar tu obra en formatos analógicos en plena era de la imagen digital y qué crees que aporta a tu proceso de creación esta elección?
Comencé a filmar con analógico a mi llegada a Barcelona en el 2014. Se podría decir que ir a visionados de películas experimentales, entrar en ese mundo como espectadora tuvo mucho que ver con comenzar a filmar, también el encuentro con personas en el camino vinculadas al cine experimental me ayudó en conocer más sobre la técnica. Luego comencé a estudiar y mirar a muchas artistas que hacían cine experimental y podría decir que en gran parte me sedujo la libertad con la que veía que se aproximaban a este medio. Por otro lado, metodológicamente me interesa mucho el filmar: los tiempos acotados (opuestos a la era digital), la reivindicación de un lenguaje considerado obsoleto como forma política de posicionarse frente a este mundo que engulle imágenes también fue algo que me cautivó. Sin dejar de mencionar también la cualidad estética del celuloide. Los tiempos con la filmación son muy parecidos a los de trabajar con el barro: hay que tener una sana paciencia, saber dialogar con el material… pero también hay una suerte de magia. El barro como el celuloide son materia, los podemos tocar y quedan nuestras huellas marcadas, deben pasar por procesos lentos para ser descubiertos. En tiempos tan digitales (y no es que no me interese lo digital, disfruto mucho hacer .gifs y cosas desde el ordenador) me parece necesario usar más las manos, pensar con ellas.
– Actualmente eres artista residente en la Escocesa en Barcelona. Nos gustaría que nos hablases de tu experiencia allí y de los proyectos que estás desarrollando en ese contexto.
Justamente La Escocesa se autodefine dentro del grupo de todos los espacios de creación públicos como una ¨Fábrica abierta de creación analógica¨, entonces la razón es clara de porque me interesó postular para tener un taller allí. Hicimos junto a Carlos Vásquez Méndez – artista y cineasta con quien comparto taller – una convocatoria en forma de colectivo -sin nombre- para justamente comenzar a pensar proyectos en conjunto donde el film fuese el lenguaje principal. Además de las performances que mencioné (Paracronismos I y II), estamos este año acondicionando el laboratorio fotográfico que hay allí con la intención de comenzar pronto a revelar nuestros propios negativos en Super 8 y 16mm. Recibimos hace poco una beca para desarrollar una nueva obra performática que gira en torno al concepto del bucle, así que estamos investigando sobre eso y ojalá podamos llegar a construir prontamente nuestros propios loopers para los proyectores.
Aparte de la posibilidad de tener un taller en una ciudad tan gentrificada en un país donde el trabajo artístico se ha precarizado hasta el extremo, La Escocesa me ha dado mucho como comunidad. Hay un fuerte interés por la relación del arte con lo social, tenemos un gran vínculo con el barrio. Somos una asociación de artistas que llevamos un espacio vivo, con perspectiva feminista y que protege la diversidad que todas conformamos. Haber tenido la oportunidad de pertenecer a esa comunidad artística ha sido una experiencia muy enriquecedora y que sin duda alguna permea mi trabajo.