AMY HALPERN. LA MUJER QUE SIEMPRE ESTUVO ALLÍ

Jun 2, 2022 | Artículos, Destacados

  • Sombras extravagantes, creado y conducido por Ariadna Solera y Álex Pena Morado, es uno de los podcast más frescos y divertidos sobre cine experimental y de autor que pueden encontrarse: con profundidad y entusiasmo vienen dedicando completos programas a diferentes eventos y autores. Información, crítica y un punto de salseo cuando corresponde: ese es su sello. Hoy Sombras extravagantes nos hacen llegar las impresiones de su encuentro cercano con Amy Halpern. 

Lo cierto es que al principio no nos sonaba de nada. No habíamos visto ninguna de sus películas,  pero a eso te acostumbras e incluso lo buscas. El interés por el cine experimental tiene tanto de experiencia estética como de una especie de adicción a esa sensación de descubrimiento constante – de nuevos nombres y de nuevos títulos, pero sobre todo de nuevas formas de ver. Tampoco sabíamos ubicarla en una época concreta, como parte de un grupo o una corriente estética, pero esto tampoco es extraño. Incluso si conoces las películas, a veces es difícil ordenar el baile de fechas, vincular unas a otras o adivinar relaciones no siempre evidentes. Nos ha pasado a veces ver por primera vez la película de unx cineasta y ser incapaces de saber si se trata de un experimento puntual o parte de un proyecto (personal o colectivo) más extenso. En realidad, ni siquiera estábamos segurxs de haber leído su nombre antes, y esto sí que era raro. No porque ninguno de los dos sea un gran experto en la historia del cine experimental, sino porque en un mundo relativamente pequeño como este a medida que memorizas los nombres de las personas responsables de las películas que te gustan también aprendes que todas se conocían de una forma u otra: estas fueron pareja, esas otras estudiaron juntas y después montaron una comuna, aquellas se conocieron en Filmmaker’s Coop y las de más allí en algún festival y ahora trabajan en el mismo laboratorio. En un momento difícil de concretar la sensación de descubrimiento se transforma. Las películas dejan de aparecer de la nada. En cambio, las buscas siguiendo un mapa que todo lo que has visto hasta ese momento empieza a dibujar para ti.

Cuando Amy Halpern visitó Barcelona a principios de 2020, apareció fuera de nuestros mapas. No sabíamos quién era ni mucho menos qué esperar de sus películas. Tampoco sabíamos que sería la última vez en meses que pisaríamos una sala de cine. Cuando una semana después grabamos el podcast que le dedicamos, hablábamos de la posibilidad de volver a verla ese mismo 2020 aquí, en el (S8). Ha tenido que ser dos años más tarde, pero ¡aquí estamos! Desde entonces hemos tenido tiempo de pensar mucho en aquellos tres o cuatro días. En la primera imagen que nos viene a la cabeza, Amy salta de un lado a otro de la mesa en la terraza de un bar, buscando el encuadre para filmar un retrato de Ariadna mientras Alex sostiene un folio para reflejar la luz del sol en el ángulo correcto. Un par de días después nos explicaría en un taller sobre “iluminación de guerrilla” todos los trucos que había ido inventando durante años de trabajo como electricista en el cine industrial, pero sobre todo la importancia de la luz en su modo de filmar. Para destacar un rasgo concreto de una cara es suficiente que la luz se refleje en ella con un papel blanco y quizás oscurecer el otro lado con una cartulina negra. Para conseguir un pequeño reflejo en las pupilas basta con un pequeño flexo, aunque haga falta improvisar un alargo para colgarlo con cinta aislante de una pared y para ello Amy tuviese que subirse de puntillas en una silla tambaleante, apoyada solo sobre un pie mientras con una mano sacaba alguna herramienta de su cinturón.

Para nosotrxs fue un momento de tensión en el que nos dio tiempo a imaginar cinco o seis finales trágicos para la escena. Para Amy Halpern, un movimiento rutinario repetido seguramente cientos de veces en las decenas de rodajes en los que ha trabajado. Quizás ahí esté lo que hace especiales sus películas: están hechas por una persona que trabaja en el cine, que no es solo una autora sino alguien que realiza una función específica en el proceso de creación de las películas que después firman otrxs. Las suyas son, por lo tanto, experimentos que guardan una relación estrecha con este trabajo a cuenta ajena. Amy Halpern entiende el cine experimental como una práctica y no como un género delimitado por unos códigos estéticos más o menos definidos, el uso de uno u otro soporte, un estilo de montaje o una duración. Una práctica, esto es, que consiste en experimentar activamente con una materia que es el cine para entender cuáles son los límites de su lenguaje. Como unx cocinerx que prueba algún ingrediente nuevo para saber con qué combinarlo o unx carpinterx que corta por primera vez una madera para entender sus cualidades, las películas de Amy Halpern se concentran habitualmente en procesos muy concretos de la materia cinematográfica para entender sus posibilidades.

Por supuesto, Amy Halpern no apareció de la nada. Poco después de aquel encuentro con ella, leíamos un libro sobre los primeros años del programa de estudios cinematográficos de Binghamton y Amy Halpern estaba allí. Leíamos sobre la influencia de Larry Gottheim y Ken Jacobs, sobre las visitas de Ernie Gehr, Peter Kubelka o el rodaje de We Can’t Go Home Again de Nicholas Ray y Amy Halpern estaba allí. Revisamos los créditos de las películas de Charles Burnett o de The Decay of Fiction, la obra maestra de Pat O’Neill, y Amy Halpern estaba allí. Investigamos sobre la historia del cine experimental en la costa oeste de Estados Unidos, a menudo oculta detrás de la importancia de la escena neoyorkina vinculada a la Filmmaker’s Coop, y por supuesto que Amy Halpern estaba allí. No es solo que Amy Halpern estuviese en nuestro mapa del cine experimental, es que casi cualquier ruta que dibujásemos nos habría llevado inevitablemente a ella… y sin embargo tardó todo este tiempo en aparecer. Si alguien revisa toda esta última lista de nombres, quizás sea fácil intuir alguna de las razones.

Sombras extravagantes (Ariadna Solera y Álex Pena Morado)

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