SIXPACKFILM “BODY GAMES”. PALABRA DE MARA MATTUSCHKA

Jun 4, 2021 | Destacados, Entrevistas

En el programa de cine “corporal” diseñado por Dietmar Schwärzler, de la cooperativa y distribuidora de cine experimental austriaca sixpackfilm, Mara Mattuschka es uno de los nombres destacados: veremos tres de sus trabajos. Reproducimos aquí fragmentos de la conversación entre Mattuschka y Peter Tscherkassky incluida en el libro GEGENSCHUSS – 16 Regisseure aus Österreich, editado por Peter Illetschko.

Tscherkassky: En la mayoría de tus películas la sexualidad tiene un papel central. Casi siempre sacas a colación tu cuerpo. ¿Qué papel tiene en tu obra?

Mattuschka: Uso el cuerpo como instrumento y también como la expresión de una idea. Está la idea del cuerpo y la realidad del cuerpo y el sentido físico del cuerpo. Cuanto más consciente me hago de estas cosas, más se convierte el cuerpo en instrumento. En este sentido, mi cuerpo de mujer se convierte en el mejor instrumento que conozco. No hay nada más que pueda usar tan bien de ese modo. Para mí es pincel, lápiz y pensamiento. Pero no quiero romper ningún tabú. Nunca quise hacerlo. Si alguien quiere romper tabús, estos se quedan en la superficie. Las obras solo consiguen profundidad cuando una deja entrar lo que realmente les pertenece. Pero para mí nunca se trata directamente de sexo. Quiero algo psicológico y lo expreso con el cuerpo como medio, con el lenguaje del cuerpo. Así es como entra el elemento erótico. Pero tengo una relación muy física con el cuerpo, más que lingüística. Ese es también un motivo muy básico que aparece en mis películas: el entendimiento no verbal. Eso también tiene que ver con la pintura, con comprender un objeto de manera óptica. Es posible masturbarse y, mientras lo haces, mirar al radiador y darte cuenta de que el radiador es parte de ti y también una cosa en sí misma.

¿Qué tiene que ver eso con la masturbación?

Tiene que ver con la asimilación. La pintura es también un proceso de asimilación. Inhalas un objeto y lo vuelves a expulsar; naturalmente, no en su integridad, pero devuelves una parte de su esencia. 

¿Como una representación simbólica y una erotización de la relación con el mundo exterior?

¡Como una encarnación! Es casi como si te comieras un objeto. Esta encarnación tiene el efecto de que estáis completamente presentes y formáis una unidad. En la action painting es muy fuerte. Ahí, cada movimiento es simultáneamente un pensamiento y un impulso del sentimiento. El movimiento y la mente forman una unidad. 

A menudo presentas tu cara y tu cuerpo distorsionados y feos, o manchados de pintura que parece mugre. ¿Es eso simplemente una rebelión contra nuestra estética corporal?

Hay ciertos elementos que uso una y otra vez, y significan algo distinto cada vez. Para mí, la mugre es un signo con varios significados. En Loading Ludwig, por ejemplo, interpreté las piezas en bragas como piezas escritas (el lenguaje escrito de las bragas) y como “cultura”: la transición fluida entre el “biologismo” en forma de culo y la civilización en forma de bragas. Un signo del excremento en un calendario. Como papel higiénico, que es también un calendario: algo recurrente y sin embargo diferente cada día. Estas cosas apuntan a la transitoriedad, que de otra manera se queda reprimida. 

Tu película más punzante en términos aforísticos es Es hat mich sehr gefreut. Aquí también usas una película extremadamente dura y contrastada. ¿Hasta qué punto estos aspectos formales juegan un papel en términos de contenido?

Ya había usado esta película mucho antes. Para mí, tiene casi el carácter de la escritura, ese blanco y negro crea una imagen escrita. Loading Ludwig tiene una gran escala de grises. Los cortometrajes, sin embargo, son como una única frase. Y con este material la película entera se convierte en un carácter escrito. En Es hat mich sehr gefreut las gafas de sol tienen el papel protagonista. Al principio quería que Mimi Minus llevara las gafas a modo de escudo mientras se masturbaba. Luego le di la vuelta: se quita las gafas. En la vida va de incógnito, en su sexualidad se revela: se abre al mundo. 

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Tu alter ego, Mimi Minus, tiene lo que son quizás rasgos infantiles. ¿Qué edad sientes que tienes?

Creo que tengo entre ocho y ochenta años. E intento comprender y amar lo obvio. Sin demasiada superestructura. Mientras más vieja soy, más simple es. En mi niñez era completamente distinta, ¡mucho más adulta! Entonces intentaba entender las cosas y crear construcciones lógicas. Y a veces, eso tenía resultados dramáticos. Por ejemplo, yo tenía una teoría muy exacta de cómo se hacían los niños. Pensaba: bioelementos pasan del hombre a la mujer. Pero lo que no sabía era por qué solo la gente casada tenía hijos y cómo sabían los bioelementos que dos personas estaban casadas. Tenía unos ocho años entonces. Le pregunté a mi madre y me lo dijo: se tumbó y me enseñó su vagina. Fue la primera vez que tuve un coño en mi cara. En ese momento me quedé en shock, me sentí increíblemente pequeña porque, primero, yo había salido de allí, y segundo, me lo enseñó muy libremente y yo estaba muy inhibida, y tercero, el shock más grande: ¿cómo era posible que no lo supiera hasta ese momento! ¡Cómo era posible que no lo hubiera deducido! Y de alguna manera ese sentimiento de inferioridad de entonces me ha influenciado hasta hoy. 

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