PARAÍSO. UN ESPACIO DE LIBERTAD

Jun 3, 2022 | Destacados, Entrevistas

  • Recién bautizado como Paraíso, el encuentro entre estudiantes de Bellas Artes que organizamos desde la Mostra desde 2021 pretende ser un lugar en el que abrir las mentes, descubrir y crear con el cine. Un espacio que no sería posible sin el entusiasmo, la generosidad y la complicidad de docentes como Xisela Franco (Universidade de Vigo) y Laura Gómez Vaquero (Universidad de Salamanca), que nos traen las piezas de sus alumnos. Hoy hablamos con ellas sobre la enseñanza y la difusión del cine experimental. Es aquí donde está el futuro, es así como el aula puede ser un espacio de libertad.  

¿Cómo descubristeis vosotras el cine experimental? ¿Qué fue lo primero que os atrapó?

Xisela Franco: Descubrí el cine experimental cuando estudiaba en Madrid y la universidad no me ofrecía nada de esto. Me enfadaba y me aburría estudiar historia del cine solo por el libro de Roman Gubern, porque veía que había otros cines. Hablo del año 97 cuando comencé mis estudios de Comunicación Audiovisual y la historia del cine que se enseñaba era solamente la del cine de Hollywood, precisamente aquella contra la que se levantan los cines que exploran otros caminos menos convencionales. En Madrid existía La Enana Marrón (año 2000) y poco más, no había escena de cine alternativo. Hablo del cambio de milenio. Yo iba a la Filmoteca, a los Alphaville, Renoir, Princesa, a las salas alternativas de Madrid, pero no fue hasta 2001 que se comenzó a dedicar una sala, por ejemplo, al documental independiente (con el éxito de algunos documentales que permitieron generar espectadores como Los espigadores y la espigadora). Había publicados algunos libros (por ejemplo salieron dos libros de Margarita Ledo, que fue una teórica pionera, como Del cine ojo al Dogma 95 o Cine de fotógrafos, pero conseguir ver esas películas que ella citaba era difícil. Accedí al cine experimental desde el cuestionamiento del documental convencional, que me derivó al cine artístico, a la poesía de lo real. Luego estudié Filosofía, ya trabajando con productora propia. Recuerdo leer de la existencia de Val del Omar pero no fue hasta 2005 que pude ver (en un incipiente Youtube) su Tríptico elemental. Es decir, teníamos una carencia importante porque era difícil acceder a cine experimental fuera de las salas o festivales. En ARCO podías encontrar algunas películas, pocas. En La Casa Encendida, que se inauguró en 2003, alguna exposición contenía películas artísticas encajadas más dentro del concepto de videoarte. Fue en Documenta Madrid 2003, su primer año, o en L’Alternativa de Barcelona, o en Images Festival de Toronto, el DokLeipzig, con una película que me llevó a esos festivales y otros (Aadat, codirigida con Noé Rodríguez), que viajamos y descubrimos sobre todo que había fuera de España, una escena vibrante de cine alternativo, donde estaba también lo experimental. El ejemplo más impactante fue Toronto, observar la alucinante comunidad del cine experimental de allí, conocer LIFT, que nos regalaran película en 16mm… Alucinamos… Fue su director (Roberto Ariganello, que tristemente falleció después) quien nos animó a conocer la Universidad de York porque allí había un máster orientado a lo experimental. Y por eso conseguí una beca y me fui a estudiar allí. Y así conocí a Phil Hoffman, mi mentor, y a otros cineastas y alumnos de la escena underground de allí, como Luo Li, Nico Pereda o Stephen Broomer que fueron alumnos del máster. 

Laura Gómez Vaquero: Mi primer contacto con el cine experimental se dio mientras estudiaba Historia del arte en la Universidad Autónoma de Madrid, específicamente, a través del cine de vanguardia y, diría yo, en concreto, con Un perro andaluz, de Buñuel y Dalí. La sensación de que la película se trataba, más bien, de una provocación al espectador me gustó especialmente. 

En años sucesivos, fui descubriendo algunas películas y cineastas de manera un tanto desordenada, al hilo de las proyecciones en Madrid en espacios como La Casa Encendida, el Festival Visual de Cine Novísimo y La enana marrón. Allí, vi la obra de Jonas Mekas, pero, también, películas de tres cinematografías que no suelen aparecer en las historias del experimental: irlandés, portugués y español; además de los cortometrajes filmados en Súper 8 de Iván Zulueta y el trabajo de Val del Omar. Mi interés durante los años siguientes en el cine realizado por mujeres me llevó a descubrir nombres y obras no siempre presentes en las historias canónicas del experimental.

Lo que más me interesa es la posibilidad de encontrar prácticas diversas unas de otras, desde tendencias planteadas desde la “autoría” hasta otras surgidas en el entorno de (sub)culturas y contraculturas. En el experimental, como en el documental, encuentro con bastante asiduidad películas que emplean el humor como arma (auto)crítica y corrosiva, capaz de cuestionar las representaciones convencionales y de desmontar la idea de que el cine y el mundo en el que vivimos debe tomarse demasiado en serio a sí mismo, y eso me gusta mucho.

Cuando planteáis el tema del cine experimental en clase, ¿qué es lo primero que enseñáis a las alumnas, y por qué?

Xisela Franco: En segundo de carrera tienen su primer acercamiento al audiovisual, con Imaxe en Movemento, y allí se les da el cine desde sus orígenes. Yo ahí tengo un grupo de 25 alumnos todo el cuatrimestre. Puedo trabajar con ellos de manera bastante personalizada. Comienzo por las pinturas paleolíticas, las vidrieras góticas, para llegar a los aparatos precinematográficos, los juguetes filosóficos, las fantasmagorías, la cronofotografía, Muybridge, Marey. Las primeras películas de los Lumière, Alice Guy, Méliès, Chomón… Pero a medida que llegamos al inicio del cine de Hollywood, nos desviamos hacia la animación como arte. Y nos vamos deslizando hacia la historia de la animación independiente, desde sus inicios, creadores independientes, y les pedimos sobre todo ejercicios de animación, un flipbook (físico primero y digitalizado después), un stop motion

En tercero de carrera les vuelvo a dar clase, de Producción Artística: Audiovisuales, y ahí les doy a los 125, a todo tercero. Ahí repartimos la materia coordinadamente, y somos un equipo de docentes variado y rico en sus saberes (Sol Alonso, Nacho Barcia, Marcos Dopico, Patricia Dopico) que les imparte desde técnica (manejo de cámaras que les prestamos en la facultad, montaje con DaVinci, programa que hay en los ordenadores, algo de postproducción), pero también se les da bastante teoría de la imagen y desde el año pasado con Barcia (vinculado al festival Vértixe Sonora) un fuerte componente de sonido y arte sonoro. Yo me centro al principio sobre todo en las vanguardias, a paso de águila, años 20 y años 60. Luego me focalizo en cine autobiográfico y formas del yo (desde el ensayo cinematográfico hasta el cine artístico), cine expandido, cine de museo…. Para cerrar con cinema galego, festivales galegos, quiero que conozcan el contexto vibrante que existe, porque la universidad a menudo está desconectada de la realidad, por eso les aburre. En tercero se les piden tres ejercicios audiovisuales, con mirada artística. En concreto yo este año por ejemplo les pedí un autorretrato que superviso y acompaño. La mayoría de las películas del programa que traigo son de ese autorretrato. 

Laura Gómez Vaquero: Cuando he tenido la oportunidad de tratar el cine experimental en mis clases, mi intención es que se entienda esa cualidad que lo emparenta con el cine documental desde sus inicios (hablamos de los años 20): el deseo de convertirse en una alternativa al tipo de películas que, de manera mayoritaria, se proyectaba en las salas. Les comento que se trata de un modelo de cine que se plantea al margen de la industria y que, por eso, pone en práctica unos recursos determinados, estableciendo un tipo de pacto específico con el espectador.

En cualquier caso, creo que es importante concebir el experimental de manera amplia, que contemple no solo el cine realizado por artistas, sino también el surgido en el seno de determinadas subculturas y contraculturas. Me interesa mostrar la gran diversidad que existe, yendo más allá de las historias canónicas del experimental e integrando a cineastas mujeres (que han encontrado un lugar predominante en este tipo de cine), películas surgidas de iniciativas que no tuvieron continuidad y, también, proyectos pertenecientes a colectivos que pusieron en entredicho la necesidad del “autor”.

De vuestra experiencia, ¿qué es lo que más les sorprende e impresiona? ¿Hay cineastas que causen especial desconcierto o gusten mucho?

Xisela Franco: He de decir que no es fácil que los alumnos sean participativos. Hay bastante agotamiento. Solo llevo tres años en la facultad como profesora, aunque he estado en otras facultades antes (en la York University en Toronto, y en Madrid también impartiendo cine), y llevo toda la vida vinculada a la docencia, a la universidad, a colegios y dando charlas y cursos. Pero últimamente hemos tenido un ambiente un poco siniestro, entre mascarillas, normativas bastante absurdas, colas a la entrada para usar el gel hidroalcohólico y sillas separadas por metro y medio, y así no es fácil que participen. Hay profesores que llevan más años y podrán decir cuánto ha cambiado la cosa. Por lo pronto, la universidad está bastante vacía, sus maravillosos talleres también. Es triste. Hay que cambiarlo. Lo que se les inculcó estos dos años ha sido terrible, hay más depresión, ansiedad, enfermedades mentales. Eso lo sé, lo puedo corroborar y creo que es importante mencionarlo. Entonces yo intento transmitir mi entusiasmo, y tras esas máscaras que se acaban de sacar y que tapan sus caras, sus reacciones, intento adivinar lo que les gusta. Creo que les gusta lo que les doy, aunque vamos a vistazo de águila. 

En animación (en segundo año) no podrán olvidar a Lotte Reiniger, Ladislaw Starewicz, Jan Švankmajer, los hermanos Quay, William Kentridge, Norman McLaren… pero también autores que estudiaron en la facultad como Alberto Vazquez, Borja Santomé, o David Fidalgo Omil, que tienen un trabajo increíble. 

En tercero, se sorprenden (o yo intento al menos que les sorprendan) con autores como Hans Richter, Fischinger, Walter Ruttman, Vertov, Germaine Dulac, Buñuel, con el expresionismo alemán que les inspira mucho, luego en los 60 de EE.UU. con Maya Deren, Warhol, Marie Menken, Brakhage… Puedo leer fragmentos de sus textos que les motiven. Luego les encanta que les hable del contexto del cinema galego, darles referentes, cineastas artistas, muchos experimentales, que tenemos aquí. Mis amigxs además lo cual me hace ser más entusiasta aún… Alberte Pagán, Ana Domínguez, Diana Toucedo, Carla Andrade, Lois Patiño, Lara Bacelo, Jaione Camborda, Aldara Pagán, Helena Girón y Samuel Delgado, las primeras pelis de Oliver Laxe que están colgadas en internet, o tiro de de la web del Chanfaina Lab o del Novo Cinema Galego que hay muchas maravillas en abierto. También autores/as entre el video, el cine y el arte como Bego Santiago, Adrián Canoura, Roi Fernández, Juanma LoDo, en fin, somos muchísimos. También les pongo obras mías para comentar cómo las hice. 

Les hablo de los festivales; venir al (S8) les va a cambiar el chip, como sucedió el año pasado, podemos decir que les transformó totalmente la mirada. Que vean estas películas, conozcan a estos autores, que comparten escaparate con la vanguardia internacional, es algo tan enriquecedor que con el tiempo lo entenderán mejor pero yo sé que les cambia el destino. Así logramos que permanezcan haciendo cine, combinado con otras artes pero que no lo dejen de lado. Les motiva mucho estar en el (S8).   

Laura Gómez Vaquero: Creo que la respuesta depende del estudiante al que vayan dirigidas las clases. He aprovechado para incluir cine experimental en cursos dirigidos a desempleados de la Comunidad de Madrid donde aprendían montaje. El trabajo con estxs estudiantes me atrae porque plantean sus “resistencias” a esta manera particular de entender y trabajar con el material fílmico de un modo claro y explícito; esto ocurre por la poca oportunidad que tienen de enfrentarse a este tipo de propuestas, que cuentan con sus propios y limitados circuitos de circulación. Sin embargo, dialogando se llega a trascender dichas “resistencias”: la mayoría suele terminar por entendiendo desde dónde hay que mirar este cine y eso me produce mucha satisfacción.

Si hablamos de estudiantes de Bellas artes, lo que más sorpresa causa es la posibilidad de mezcla entre medios diferentes. Que un pintor pueda usar el celuloide como lienzo o que el cine desborde la pantalla les resulta llamativo, por darse cuenta de que tienen a su disposición todo tipo de medios y recursos para la expresión artística, con los que pueden trabajar de modos diversos. También, en algunos casos, la posibilidad de realizar un proyecto sin la necesidad de que haya nadie más involucrado ni de una tecnología sofisticada. 

En cuanto a nombres, si hablamos de los cineastas canónicos, el denominado “cine estructural” suele llamar la atención por su radicalidad; como, también, en otro sentido, los Fluxfilms. Propuestas más oníricas como las de Maya Deren y la cámara-cuerpo de Marie Menken encuentran bastante aceptación; como también Jonas Mekas. Deja que mencione otros tantos que también suelen resultarles atractivos: Vivienne Dick, Maryam Tafakory, Naomi Uman, Sharon Lockart y Vanalyne Green.

¿Cuál pensáis que es la particularidad del acercamiento al cine de las alumnas desde la carrera de Bellas Artes?

Xisela Franco: Se aproximan al arte desde la libertad como condición de partida. Sorprende que desde su ingenuidad a veces hagan cosas maravillosas. Eso ya lo comenté muchas veces en textos y a ellos se lo digo. Tienen una mirada en que se fomenta y valora lo plástico, y eso hace que algunos de ellos, y ellas (que por cierto la gran mayoría son mujeres), tengan cierto criterio natural para aproximarse por primera vez al cine con gusto estético y con mirada libre. Exploran cosas novedosas con una libertad propia de su condición de artistas, porque entienden el cine como parte de su quehacer entremezclado con la pintura, la instalación, la escultura, la foto. Eso es lo que me alucina de mi alumnado, no tener que explicarles que el cine es un arte que puede ser artesanal, manual, caligráfico, que pueden hacerlo solos. Que son artistas del cine. Les animo mucho con eso. El montaje es un collage para ellos, es una combinación de imágenes plásticas en el tiempo. No todos son así pero hay cierta valentía a la hora de experimentar que no tengo yo, por ejemplo que ya tengo demasiados conocimientos que me bloquean. No necesitan saber cine, de verdad, y de hecho saben poco de cine, menos aún de cine experimental, pero algunos de ellos, con su mirada de artistas, logran desembarazarse de prejuicios y explorar con libertad y criterio. Lo del criterio es mucho más importante de lo que parece. Otra cosa que me encanta es que se aproximan en primera persona, desde lo autobiográfico, entienden que se tienen a mano y se exploran sin miedo, o venciendo el miedo, porque están acostumbradxs a hacerlo en toda la carrera. 

Laura Gómez Vaquero: La formación de lxs estudiantes de Bellas artes comprende aspectos como el trabajo con la luz, el color, el espacio pictórico (pintura); también, con la materia, el espacio y el cuerpo (escultura e instalación), así como con el tiempo y el espacio (arte de acción). De este modo, se acercan al cine partiendo de maneras específicas de pensar y trabajar con la imagen, el sonido y el tiempo. Por ejemplo, prestar atención al encuadre concebido como un “marco”, como un lugar donde se pueden desarrollar gran diversidad de “juegos”, es algo casi natural para algunxs de ellxs.

Están, además, familiarizadxs con el trabajo manual, lo que puede llevarles a pensar el cine desde su materialidad. 

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