Llegamos al viernes, día en el que nos prodigaremos más por lo presencial que por lo online. Para empezar, la sesión de Sinais en curto (de cuyos autores hemos estado hablando a lo largo de toda la semana al hilo de los programas especiales que hemos estado emitiendo) se podrá ver en su conjunto online, y también en la Sala Palexco y en el CGAI. Nuestra entrega del día de Camera obscura estará protagonizada por Valentina Alvarado, cuyo trabajo podremos ver también esta noche en la Fundación Luis Seoane, junto al de Carlos Vásquez. La noche culminará con una performance de ambos en colaboración.
Valentina Alvarado fue este año “la elegida” en nuestra convocatoria de BAICC (Beca Artística de Creación Cinematográfica organizada en colaboración con el LIFT de Toronto y AC/E), y hoy podremos ver la pieza resultante de su residencia en su estreno mundial, online en Camera Obscura y presencial en la Fundación Luis Seone. Originaria de Maracaibo, en Venezuela, Alvarado actualmente vive y trabaja en Barcelona. A lo largo de la entrevista que le realizamos, hablamos de varios temas clave en su trabajo como cineasta. Proveniente de las bellas artes, sus películas se construyen a partir de ejercicios plásticos en movimiento en torno a diferentes temas. Collage, pintura, trabajos con cerámica y con distintos materiales pueblan sus films, que giran principalmente en torno a la identidad en la diáspora, al sentido de pertenencia y a las distancias geográficas y sentimentales. Propiedades de una esfera paralela, su nueva pieza, lleva todas estas premisas un paso más allá. Se trata de un trabajo en 16mm en doble proyección, en el que la frialdad del paisaje canadiense es sometida a una serie de experimentos que la tropicalizan. Por medio de espejos, pintura, fuego, paisajes recortados y diversos juegos ante la cámara (juegos que se interpelan mutuamente en la doble proyección), Alvarado parece intentar construir un hogar portátil, o incluso cuestionarse qué es lo que realmente constituye para ella ese lugar incierto.
En la sesión de la Luis Seoane el trabajo de Alvarado irá seguido del de Carlos Vásquez. El cineasta chileno radicado en Barcelona, con una ya larga carrera en lo tocante al trabajo con cine analógico, construye un trabajo que rompe las fronteras entre la no ficción y el cine experimental. Por un lado, con un trabajo que evoca a las maneras del cine etnográfico para cuestionarlas: Ensayos sobre el exotismo (parte I) toma el título de la obra inconclusa del etnógrafo y escritor francés Victor Segalen para reflexionar sobre esa mirada que convierte lo ajeno en pintoresco. Vásquez filma el paisaje y las gentes de un país asiático en una serie de bobinas montadas en cámara que luego dispone en orden cronológico. La idea es precisamente dejar en evidencia la mirada ajena a través de ese montaje en cámara, sin esconder sus costuras por medio de una reflexión y montaje posteriores. Queda, entonces, lo que se filma en el primer impulso de quien está descubriendo un lugar con ojos extranjeros. El caso de La troya es más bien un estudio en torno a la esencia propia del cine, la sucesión de fotogramas fijos, que une el trabajo de cronofotografía de Muybridge con la evocación del mítico Berlin Horse de Le Grice. Si en La troya Vásquez filma su tierra de origen, Chile, en mtDNA 1Ca hg el paisaje islandés enlaza en cierto modo las premisas de ambas piezas: desde el estudio formal en torno al paisaje, a la reflexión en torno a la mirada ajena sobre ese paisaje y sus implicaciones.
La noche culmina con Paracronismos II, una performance conjunta de Vásquez y Alvarado en la que incorporan proyecciones de diversa naturaleza de materiales encontrados. Precisamente el examen y cuestionamiento de estos documentos, pensados para presentar una realidad axiomática articulada en un discurso sin fisuras, es la base de esta obra que, en sus propias palabras, se ocupa de “la dualidad entre naturaleza y cultura, puntuada por la ciencia, el extractivismo y la dominación”.
