UN ESPACIO MENTAL. ALLURES: DE LA MATERIA AL ESPÍRITU

May 30, 2022 | Artículos, Destacados

  • Una de las películas que este año nos guían hacia el espacio exterior y hacia el espacio mental que reclamamos en el programa del mismo nombre es Allures, de Jordan Belson. A continuación, presentamos el texto que Gene Youngblood le dedica en su mítico libro Cine expandido

En sus inicios un pintor muy exhibido, Belson se volvió hacia la realización cinematográfica en 1947 con crudas animaciones dibujadas sobre tarjetas, que destruía posteriormente. Regresó a la pintura durante cuatro años y en 1952 retomó el trabajo cinematográfico con una serie que fusionaba el cine y la pintura a través del uso de rollos animados. Las cuatro películas producidas en el período 1952-1953 fueron Mambo, Caravan, Mandala y Bop Scotch. Entre 1957 y 1959 trabajó con Henry Jacobs como director visual de los Vortex Concerts en el Planetario Morrison en San Francisco. Simultáneamente, produjo otras películas animadas, Flight (1958), Raga (1959) y Seance (1959). Allures, finalizada en 1961, encontró a Belson cambiando de la animación cuadro por cuadro a la fotografía continua en tiempo real. Es el primero de sus trabajos que aún considera lo suficientemente relevante como para discutir. 

Describe Allures como una película· «matemáticamente precisa» en el tema de cosmogénesis; el término de Teilhard de Chardin tenía la intención de reemplazar la cosmología e indicar que el universo no es un fenómeno estático, sino un proceso de transformación que alcanza nuevos niveles de existencia y organización. Sin embargo, Belson agrega: «Tiene más relación con las percepciones físicas humanas que mis otras películas. Es un viaje de regreso a lo largo de los sentidos hacia el interior del ser. Fija tu mirada, físicamente captura tu atención».

Allures comienza con un repiqueteo etéreo de campanas. Una explosión estelar centrífuga de chispas rosadas, amarillas y azules se arremolina fuera de un negro vacío. Sus puntos se juntan en grupos y se funden. Las campanas de transforman en extrañas campanillas; nos hundimos en un insondable vórtice naranja y negro. Un intrincado mandala rosado de patrones entramados interconectados gira velozmente hacia la distancia. El espiral de una oruga surge amenazadora y ominosamente fuera del infinito. Oímos un trino electrónico que gorjea, una colección de notas de piano. Chispas rosadas y amarillas se bambalean verticalmente hacia arriba del cuadro. Distantes espirales serpenteantes aparecen y se esfuman. Un sol minúsculo rodeado por un inmenso halo se desintegra. Hay formas de pétalos voladores que semejan cometas. 

Puntos veteados de osciloscopio rebotan a través del cuadro con un ruido metálico castañeteante. Forman complejos patrones cuadriculados triangulares y tetraédricos de colores rojos, amarillos y azules. De esto surge una palpitante esfera de fuego blanco amarillento sin forma definida. Desaparece y una batuta de neón brillante rota lentamente hacia el infinito.

“Pienso en Allures” –dice Belson– “como una combinación de estructuras moleculares y eventos astronómicos mezclados con fenómenos subconscientes y subjetivos y todos suceden simultáneamente. El comienzo es casi puramente sensual; el final, tal vez totalmente inmaterial. Parece moverse de materia a espíritu de alguna manera. Allures fue la primera película en marcar verdaderos nuevos rumbos espacialmente. Oskar Fischinger había estado experimentando con dimensiones espaciales, pero Allures pareció ser del espacio exterior más que del espacio terrestre. Por supuesto, se ve la película terminada cuidadosamente calculada para dar una impresión específica. De hecho, llevó un año y medio realizarla, ensamblada de miles de maneras diferentes, y el producto final dura solo cinco minutos. Allures verdaderamente desarrolló imágenes con las que había estado trabajando en los Vortex Concerts. Hasta esa época, mis películas habían sido en gran medida de disparo rápido. Eran animadas y no había ritmo real, solo un ritmo frenético sostenido. Después de trabajar con algún equipo sofisticado en Vortex, aprendí la efectividad de algo tan simple como la muy lenta difuminación y reaparición. Pero todavía era todo muy impersonal. No hay nada realmente personal en las imágenes de Allures”

Después de que la brillante batuta azul desaparece, la pantalla queda negra y silenciosa. Casi imperceptiblemente, un grupo de puntos azules que surgen desde el fondo en campos magnéticos se transforman en un complejo patrón cuadriculado de formas geométricas superpuestas una sobre otra hasta que el cuadro se llena de energía dinámica y movimiento matemático. Un chirriante aullido electrónico acentúa la tensión a medida que las galaxias de los campos magnéticos se estrellan, permutan y transmutan espectacularmente. Algunos escuadrones se precipitan hacia la cámara mientras otros se alejan aceleradamente. Algunos se mueven diagonalmente, otros horizontalmente o verticalmente. Todo es reminiscente de 2001 –excepto que fue realizada siete años antes–. En otras partes de la película se oyen truenos resonantes mientras chispas voladoras se reúnen en estructuras atómicas giratorias, de cuyos núcleos emanan relucientes tentáculos de gorjeantes luces multicolores. Al final oímos una etérea música de arpa mientras un sol palpitante, que barre caprichosamente partículas brillantes, revela dentro de sí mismo otra resplandeciente galaxia.

Traducción al español de María Ester Torrado para la edición de Cine Expandido de la Editorial de la Universidad Nacional Tres de Febrero, Argentina, 2012.

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